Transformers: El lado oscuro de la Luna

Transformers 3, el lado oscuro de la Luna (ver ficha) retoma con fuerza la saga de los robots parlantes que se convierten en coches, camiones y demás. Una trilogía que se presenta una característica común en todas sus cintas: su carácter de espectáculo de efectos especiales más allá de un guión que es casi inexistente.

Un acontecimiento misterioso ha ocurrido en la Luna hace décadas y el gobierno ha sabido guardar el secreto celosamente pero ahora la Tierra  se ve amenaza con una guerra tan grande que ni los propios Transformers serán capaces de salvar nuestro planeta.

Este argumento no dar para mucho pese a que explica la esencia de la cinta vamos a comentar algún que otro aspecto destacado.

El arranque de la cinta es muy prometedor, con secretos de estado que se remontan al décadas pasadas, en concreto al aterrizaje de una nave espacial en la cara oculta de la Luna en la década de los sesenta. Este hecho conocido por las dos grandes potencias del momento, los Estados Unidos y la Unión Soviética le llevará a lanzarse a una alocada carrera espacial para ser los primeros en llegar hacia la nave y poder averiguar que secretos esconde.

Una primera parte que nos arrastra al pasado en las que combina imágenes reales con ficticias en una suerte de «cuasi» documental bien planteado.

Después comienza a flaquear cuando nos encontramos con los protagonistas y los nuevos personajes y nos situamos en el presente.

Por una parte Optimus Prime y los suyos han conseguido aparentemente derrotar a los Decepticons. Aún así se mantienen atentos y trabajan para los humanos con el objetivo de alcanzar una paz mundial (aspecto no muy trabajado y con una visión muy simplista de los malos del mundo actual) bajo la autoridad de Charlotte (Frances McDormand).

Con respecto a Sam Witwicky (Shia LaBeouf) ha acabado la universidad y  tiene una medalla al valor que le ha dado Obama pero aún así no consigue un puesto de trabajo. Mientras tanto vive con su actual novial Carly (Rosie Huntington-Whiteley) y dos pequeños Autobots. Su suerte cambia el mismo día en que llegan sus padres ya que gracias a Dylan (Patrick Dempsey) que es el jefe de su novia, consigue un puesto de trabajo en las oficinas del señor Bruce Brazos (John Malkovich). En las oficinas un empleado (que se parece al japones de Héroes tanto en rasgos como en carácter) le entrega unos papeles y le habla de un secreto. Como al poco tiempo ese empleado muere y él se ve atacado por un decepticon, se vuelve a meter en el lío otra vez.

Parece un argumento aceptable pero que esconde demasiados fallos que pasamos a enumerar.

El primero puede ser el guión en el que si comparamos a la elocuencia de los robots independientemente del bando al que pertenezca con los humanos, salimos muy mal parados. Los actores de carne y hueso están completamente desaprovechados, es obvio quiénes son realmente los protagonistas pero eso no debería impedir que los secundarios tuvieran unas frases decentes.

Retomando esta idea, quizá sea porque el guión es malo, o porque los personajes sean malos, poco importa, el caso es que los personajes de carne y hueso están demasiado esquematizados. Sam sigue siendo un joven nervioso, inquieto, que llegan al culmen de su personalidad con arranques de «locura» que no aportan fiabilidad a su personaje como héroe destinado a salvar al mundo. Se pasa gran parte de la cinta o dando gritos o saltando de un lado para otro. Su novia Carly es un florero andante en el que sobresalen sus labios como morcillas y su pose de modelo tanto cuando está estática como cuando está corriendo. Reggie Simmons (John Turturro) continúa siendo un apasionado de las conspiraciones aunque aquí está más contenido.

Esta falta de profundidad se ve agudizada con ciertas interpretaciones, algunas de ellas bastante malas. Se salva de la quema France  McDormand quien está estupenda en su papel, lo que lleva a preguntarme qué hace John Malkovich, en esta cinta y haciendo de un personaje que si no existiera no hubiera pasado nada.

Aún así la genialidad de uno pocos no consiguen hacer frente a los actores principales: los robots.

Un problema también es el bandazo que se observa en la narración. Puede que sea cosa del guión o de la sala de metraje que se vio obligada a recortar la película pero el caso es que en ocasiones no hay fluidez entre las escenas, la transición entre un momento y el siguiente no existen dando la sensación de que te has perdido algo, puede que no sea muy importante ese momento perdido pero sí parece necesario para darle mayor coherencia interna a la cinta.

Un tercer problema es quizá su duración, porque dos horas y media se hacen un tanto largas por culpa de una parte intermedia un tanto mediocre.

Pero no todo va a ser malo porque queda claro que si el dinero del que disponían no lo gastaron el guionistas con ideas si lo hicieron en efectos especiales que se acumulan en la última parte de la película en una tormenta de golpes, caídas de edificios, luchas, muertes y demás en la que no puede faltar el fervor patriótico mostrando la bandera de los Estados Unidos en todo su esplendor victorioso.

Se puede decir muchas cosas de la cinta, algunos la considerarán un horror lleno de chatarra andante;  para otros será la demostración de que es necesario un cambio dentro del cine de palomitas que lleve a equiparar en importancia el guión y los efectos especiales; los más filósofos considerarán que es una muestra de la decadencia cultural a la que se enfrenta los jóvenes de hoy en día en la que se los educan con imágenes espectaculares pero vacías de contenido; los más optimistas (que hay en todas las casas) dirán que está genial. Puede que incluso ciertas personas la vean como una obra de arte. Hay gente para todos los gustos.

Independientemente de todo esto lo que queda claro es que «Transformers: El lado oscuro de la Luna» es una cinta para comer palomitas en su más puro sentido, es decir, solo sirve  para disfrutar de la espectacularidad de las escenas de acción. Intentar pedir otra cosa como un buen guión que sostenga estas increíbles escenas sería un error.

Así que la pregunta es ¿por qué te has animado a verla? pues por la misma razón que di cuando critiqué Transformes 2

«¿La he visto por su guión? ¿por su argumento? ¿por la gran carga social y crítica que esconde? pues no, ya que no tiene nada de eso. La he visto porque me hacen gracia los robots, creo que es lo mejor de la cinta»

Supongo que es una razón tan válida como otra cualquiera. Eso sí, ahora me toca ver una cinta de buen cine que haga que mis neuronas se muevan un poco.

Calificación: 5/10

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