Star Trek: En la oscuridad

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A principios de año hice una pequeña lista de aquellas películas que se iban a estrenar en los próximos meses. Seleccioné aquellas que me parecieron mejores –sin garantía de que la película me terminara gustando-, dejé unas cuantas con un enorme interrogante al lado y otras las descarté por completo, como la nueva de Will Ferrer, actor que no soporto.

Una de las elegidas como imprescindible era Star Trek: En la oscuridad la continuación de Star Trek (2009), cinta con la que comenzaba un nuevo hilo argumental distinto a las anteriores entregas de la serie galáctica. En esta primera película J. J. Abrams había conseguido reunir en un solo bloque, buenos actores que casaban con el papel que interpretaban, unos efectos especiales impresionantes y una trama que sin ser enrevesada o muy elaborada mantenía en vilo al espectador. Volver a realizar lo mismo, consiguiendo mejores resultados o incluso superándolos parecía imposible pero no ha sido así. Star Trek: En la oscuridad es igual de buena –y en algunos momentos mucho más buena- que la primera entrega.La tripulación del Enterprise surca el universo investigando y explorando con la premisa de no intervenir en culturas menos desarrolladas para no alterar su evolución histórica. Al menos en teoría porque el capitán Kirk tiene ideas un tanto diferentes y eso le produce algún que otro problema con sus superiores. Por otra parte la Tierra vive momentos de tranquilidad después de derrotar al terrible Nero, pero ahora se presenta un nuevo peligro que obligará a la tripulación del Enterprise a viajar a territorio hostil en busca de un terrible asesino, John Harrison.

Al igual que en la primera parte quizá lo más flojo sea el guión que se basa en premisas muy simples: buenos contra el malvado de turno. Una dicotomía muy estrujada en los últimos tiempos gracias a las películas de súper héroes. En caso es que poco importa que la historia sea simple, que se vislumbre el final antes de que se produzca o que pensemos que se podía complicar aún más la trama para darle al conjunto una mayor profundidad. Nada de eso importa porque lo principal es que los ciento treinta minutos que dura la película que permaneces pegado al asiento y se te pasan volando. Son dos horas largas de continuo disfrute visual aderezado con alguna que otra chispa de complejidad que puede pasar desapercibida ante tanto elemento visual.

No se puede negar que es la clásica película súper taquillera destinada a arrastrar a miles de espectadores al cine pero también tiene algo diferente que puede atraer no solo a los aquellos  que cargan con refrescos y palomitas, sino a un tipo de espectador que buscan algo alejado de las grandes producciones. El hecho de que sea una cinta taquillera no le debe restar valor porque tiene muchos elementos estupendos repartidos por todo su metraje.

Lo primero son las actuaciones. Tanto Chris Pine como Zachary Quinto realizan un gran trabajo como el Capitán James T. Kirk y Spock. La química tan peculiar entre ellos –Kirk emotivo, impulsivo y alocado, frente a Spock, cerebral, austero y racional- da lugar a un buen puñado de escenas que provocan desde una tenue sonrisa hasta alguna que otra lagrimita. Si ambos actores lo hacen muy bien, Benedict Cumberbath está soberbio –una matización personal, me encanta este actor así que con él no puedo ser muy racional, aunque en este caso su trabajo es impecable. El resto de la tripulación cumple con su papel. Como curiosidad Zoe Saldana  (teniente Uhura) no sale mucho, pero como su papel es ser la novia del cerebral Spock, y éste tiene más encontronazos con Kirk, no importa mucho que su papel en esta película sea casi testimonial.  O dicho de otro modo, Saldaña, hace bulto pues el papel protagonista femenino recae más bien en Alicia Eve (la doctora Carol Marcus). Cumplidores Karl Urban (el doctor Bones), John Cho (Hikaru Sulu), Anton Yelchin (Pavel Chekov) y el siempre divertido Simon Pegg (Montgomery “Scotty” Scott)

El segundo elemento son los grandes efectos especiales, evidentemente imprescindibles en una cinta de ciencia ficción. Están por todas partes, desde los pequeños detalles de la nave espacial, pasando por las grandes escenas de acción. Se nota el avance tecnológico y la comparamos con la primera entrega. Destaco al moderno Londres porque si uno está atento es capaz de ver algunos de los edificios actuales “tuenados” para darle el toque de modernidad que el siglo XXIV requiere.  Vista en 3D es todo un acontecimiento.

Tercero. Tenemos unos cuantos cameos muy interesantes. Contamos con Peter Weller, más conocido por ser Robocop –que volverá a estar de moda en unos meses- , o Christopher Doohan, hijo del original Scotty. No desvelamos el cameo más interesante de todos.

Star Trek: En la oscuridad como su nombre indica es una cinta un poco más oscura –gracias al villano- que su precedente. Grandes efectos especiales. Muy buenas actuaciones. Emoción y acción constante. ¿Qué más podemos pedir? Para lo que nos gusta la ciencia ficción, nada más. Simplemente imprescindible si te gusta la saga. Necesaria si quieres disfrutar de dos horas estupendas en el cine.

 Clasificación: 8,5/10

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