El doctor cadáver es un libro que resultan un tanto difícil de reseñar, no por lo complicado de la trama, o la complejidad de sus personajes. Es difícil porque una vez que lo has terminado te das cuenta de que no ha logrado provocarte ninguna sensación. Ni ha sido especialmente emocionante, ni especialmente aburrido.
Estamos en 1894 en la ciudad francesa de Varburgo. Una joven ha sido descubierta muerta en la puerta de su casa. Para determinar si ha sido un asesinato o han existido causas naturales, la policía recurre al doctor Albert Karno, conocido como el doctor Cadáver por ser uno de los pocos que se atreve a investigar las causas del fallecimiento de los muertos. En esta ocasión el doctor Karno no puede decir gran cosa porque su familia, e incluso el sacerdote se niegan a que vea el cuerpo de la joven, porque lo consideran una profanación. Poco después se produce otro asesinato que hará que la investigación tome un giro inesperado.
El doctor cadáver está contado desde el punto de vista de Madeleine, la hija del doctor Karno, así que la historia está narrada desde un punto de vista subjetivo que siempre acompaña a las narraciones en primera persona. Este hecho marca gran parte de la novela, la hace a la vez personal y poco interesante. Personal porque a través de la narración descubrimos los sentimientos de la joven, sus aspiraciones de ser médico y las dificultades a las que se enfrenta por ser hija de quien es, no porque sea repudiada por lo el trabajo de su padre, sino porque por su condición de mujer joven -apenas tiene veinte años- suelen apartarla de todo lo que puede ser delicado para la mente femenina, aunque siempre esta ahí, en un segundo plano. El accidente que sufre su padre, y que le deja un tanto incapacitado por un tiempo, le permite adquirir más libertad pero aún así es una mujer atada a sus tiempo, que carece de coraje -o quizá de la madurez que da el tiempo- para luchar por sus intereses. Lo consigue al final pero de un modo indirecto, y un tanto peculiar.
En cuanto a que es poco interesante se debe a que hay dos elementos que le resta calidad a la trama en general. Uno es la propia protagonista, un personaje bien definido pero blando en su comportamiento. Le falta carisma para sostener una historia por si misma, y muchas de sus acciones son un tanto cuestionables. Que esté contado en primera persona no permite profundizar en otros personajes, y en sus diferentes matices. El segundo elemento viene de la propia historia que arranca con interés y que luego va evolucionado a trompicones. Es la clásica novela de intriga que tiene una base interesante -o al menos eso parece al comienzo- pero que carece de una buena estructura de personajes y de narrativa de modo que el escritor recurre a los más fácil, es decir, intentar atrapar al lector asesinando a un personaje o dando un quiebro brusco a la trama.
Lo bueno que puedo decir de la novela es que no es una lectura aburrida puesto que la manera de narrar de la autora es simplista, sin grandes descripciones o recursos estilísticos que permitan decorar los párrafos. Simplicidad y efectividad. Es un estilo muy parecido al de Andrea H. Japp en La cruz de la perdición, otro libro que tampoco me emocionó.
El doctor cadáver no ha sido un mal libro -no lo es- pero me esperaba otra cosa. Personalmente lo he encontrado un tanto decepcionante ya que en novelas históricas en la que existen investigaciones policiales me gustan más el estilo de C. J. Sansom, un escritor que no decepciona nunca. Tendremos que volver a él muy pronto, ahora que tiene una nueva novela.
Ni me sonaba. Y por lo que cuentas, no me llama mucho, así que la dejo pasar.
Besotes!!!