Petros Márkaris es otro de esos autores policiales de reconocido prestigio pero que nunca había llegado a leer. Hasta este momento. La oportunidad vino con la compra de Hasta aquí hemos llegado, su última novela publicada en España por la editorial Tusquets, y a pesar de que sabía que pertenecía una serie que gira en torno a un comisario griego, consideré que dado que la mayoría de las series policiales están concebidas de modo casi independiente, bien valía la pena arriesgarse. Un riesgo que bien ha valido la pena.
Sin entrar en detalles de lo que le ha ocurrido al comisario Kostas Jaritos en anteriores entregas -hay una serie de circunstancias que tienen su origen en hechos que han sucedido con anterioridad, pero pertenecen a la esfera privada del comisario, y no interfieren en la investigación ni en su entorno personal de un modo muy determinante- en Hasta aquí hemos llegado nos lleva a la calurosa ciudad de Atenas, donde un ciudadano alemán de origen griego ha sido encontrado muerto. Aparentemente ha cometido suicidio aunque un grupo que se denomina los Griegos los años cincuenta aseguran otra cosa. Pronto aparece otro cuerpo, esta vez con signos de violencia. Y los Griegos de los años cincuenta vuelven a aparecer. Todo está relacionado pero el comisario Jaritos aún no sabe cómo. ¿Qué relación existe entre un claro caso de suicidio y un brutal asesinado además de la implicación de un extraño grupo que reivindica ambos hechos?
Una de las cosas que más me ha gustado de ese libro ha sido la ambientación, además del el personaje del comisario Jaritos, pero es que Atenas con su calor, sus gentes, su desorden es otro de los personajes principales de la novela. Petros Márkaris es muy cuidadoso a la hora de describir la ciudad, de explicar sus bondades y sus miserias, de como la crisis se ha cebado en ella dejando muchas calles vacías de coches. lo que al comisario Jaritos le parece algo muy bueno para su labor policial. Pero Atenas no está sola como elemento ambientador principal pues la historia de Grecia sale a relucir. Es sumamente fascinante leer una novela policial en la que no solo te traslada a un lugar que nunca has visitado sino que también te proporciona una lección de historia que seguramente desconoces, porque gracias a los Griegos de los años cincuenta Márkaris puede ahondar en los hechos que sucedieron después de la II Guerra Mundial – una guerra civil, dos modos de entender la sociedad- que aún colea en la actualidad. Un ejemplo de ello es la presencia del tío Lambros, un hombre ya mayor con un pasado político y revolucionado de lo más singular que nos permite entender el lado de los perdedores.
La ciudad de Atenas, y la historia de Grecia de los últimos sesenta años tienen un papel destacado. Pero también es importante el momento presente porque las convulsiones económicas que sufre en país han ocasionado una serie de problemas sociales de orden interno muy graves. Katerina, la hija de Jaritos, como abogada que lucha por los derechos de los inmigrantes, lo sufre de primera mano al ser agredida por unos hombres que pertenecen a un grupo llamado Amanecer Dorado. Hay por lo tanto dos casos, el principal, que es el que investiga nuestro protagonista, y luego otro más secundario que es el que rodea a las circunstancias que han rodeado al ataque de su hija. Pasado y presente se mezclan de una manera muy bien pensada, puesto que a pesar de haber grandes diferencias entre ambos momentos históricos también comparten elementos comunes que el Márkaris muestra con breves pinceladas.
En cuanto a la trama principal no podemos poner objeciones. Bien planteada desde el principio, no tiene giros imposibles, ni elementos sacados de la manga; todo transcurre de un modo muy fluido y con un tiempo que se prolonga durante días, lo que le da un carácter aún más real. No estamos ante un caso típico de televisión que se resuelve en una tarde.
Nos queda hablar de los personajes. Evidentemente al estar contada en primera persona, Jaritos es el personaje principal, y a través de sus ojos descubrimos a los demás caracteres. La verdad es que ha sido todo un descubrimiento, primero porque al contrario que otros personajes policiales este comisario está felizmente casado -con una mujer con ideas propias y con carácter- y tiene una hija con la que se lleva bien. Su vida familiar podría ser igual que la de cualquier otra persona, si exceptuamos claro que se dedica a investigar asesinatos. En cualquier caso un aplauso para Petros Márkaris por mostrarnos que los comisarios de policías también pueden tener una vida familiar feliz. El segundo punto viene del propio Kostas porque es un hombre al que se le puede llegar a coger mucho aprecio. Es reflexivo, algo metódico, sabe manejar a las altas autoridades y entiende mejor que nadie el país en que vive, con sus grandes fallos y sus aciertos. Sabe qué teclas mover y cuales dejar en paz. Tiene autoridad pero sabe ser modesto. Es amigo de sus amigos y sus subordinados confían en él. No es un genio detectivesco -quién lo es a parte de Sherlock Holmes, personaje por otro lado inventado- pero conoce la mentalidad humana lo suficiente para poder hacer las preguntas correctas en el momento oportuno. No podemos olvidar que cuenta con un grupo de detectives, no muy grande eso sí, que le acompañan casi en condiciones de igualdad a lo largo de la investigación. En definitiva, Kostas Jaritos es un comisario con los pies en la tierra, sagaz y decidido en su trabajo, no se hunde en la desesperación porque cuenta con una vida familiar que podemos considerar feliz, sobre todo gracias a las ideas tan peculiares de su mujer.
Hasta aquí hemos llegado ha sido un libro que me ha gustado bastante y que además se lee muy bien porque su extensión no es excesiva. En definitiva, más que recomendable. Sin duda estaremos atenté a las nuevas entregas de este comisario griego.
Llevo también tiempo queriendo leer a este autor. Y veo que voy a tener que pensar ya en serio en ponerme con él, que veo que te ha convencido completamente.
Besotes!!!