La última incursión en increíble mundo de las adaptaciones cinematográficas basadas historias infantiles es Pan. El viaje a Nunca Jamás y lo consigue del mismo modo horroroso que hemos visto en otras ocasiones -¿recordáis Oz: Un mundo de fantasía?-, es decir, en vez de contar la historia tal y como la ideó su autor -algo comprensible porque se ha visto multitud de veces, la mejor adaptaciones sin duda será siempre la de Disney- se opta por retroceder en el tiempo y ahondar en la vida del protagonista antes de que se convirtiera en el héroe conocido por todos.
Sinceramente no tengo claro que el concepto de recrear la vida de estos personajes literarios antes de ser «héroes» sea muy mala idea, lo que ocurre es que el resultado final suele ser desastroso. Y puede que no sea porque la película sea excesivamente mala sino porque todos hemos creado una imagen de estos héroes infantiles que no se ajusta a lo que finalmente se refleja en la gran pantalla. Pese a ello Pan. El viaje a Nunca Jamás no se puede considerar una buena película ni aunque intentemos ser generosos.
La historia de Pan comienza en una nebulosa noche cuando una mujer corre por las calles de Londres llevando a un niño en los brazos. Con dolor se ve obligada a dejar a su hijo en la puerta de un hospicio. Doce años más tarde nos encontramos con un joven Peter Pan, que comparte habitación con multitud de niños bajo en cuidado de dos locas y maniáticas monjas en plena II Guerra Mundial. El misterio que rodea el lugar ya no es saber porque las monjas están tan orondas mientras que ellos comen gachas frías, sino saber qué pasa con los niños que desaparecen.
Esta primera parte de Pan es oscura, muy acorde con el tiempo en que trascurre la historia. Tiene un toque entre Oliver Twist y Matilda que encaja bastante bien -por suerte el actor que interpreta a Pan lo hace muy bien -, así que hay tiempo para lamentarse de la suerte de nuestro héroe, y de divertirse con sus trastadas. Pero este tono cambia cuando los niños son secuestrados por unos piratas que viajan en un barco pirata volador que además se tiene que enfrentar a una serie de aviones de la RAF que protegen Londres de la aviación alemana. Ahora contamos con colores más vividos y escenas de una buena factura técnica aunque poco creíbles -¿qué alguien me explique por qué Peter puede sobrevivir en el espacio sin ninguna protección?, ya sé que es una historia de fantasía que pero ¿había que recrear un paseo espacial ?- que nos llevan al mundo de Nunca Jamás, en concreto a una mina gobernada por Barbanegra (Hugh Jackman) que se parece al Caballero de la Mano en el Pecho pero vestido por un Jean Paul Gaultier inspirado en las Meniñas. Y para darle más sentido se pone a cantar. En este momento te das cuenta de que no sabes muy bien cuál va a ser el rumbo de la película porque nadie te dijo que iba a ser un musical. En esta mina encuentra a Garfio (Garrett Hedlund) que viene siendo una versión modernizada de Indiana Jones, lo único que le falta es el látigo porque el sombrero y en encanto burlón lo tiene. Le añadimos una crecida princesa india que viene en una aldea que parece el escenario de uno de los espectáculos del Circo del Sol con un toque aldea ewok. O sea hay saltos, brincos y piruetas.
Se puede apreciar que hay una mezcla de muchos elementos. Parece que el director o el guionista se han sentado juntos una tarde y han decidido incluir todo lo que les gustaba cuando eran niños y disfrutaban de Peter Pan. Así que hay piratas cantantes, princesas indias con peinados tipo Leila (Guerra de las Galaxias), saltimbanquis, Indiana Jones, un cocodrilo grandote, barcos piratas voladores, piratas graciosos, coros juveniles, hadas, sirenas (por suerte Cara Delevingne no habla aunque está presenta tres veces para nuestro horror), bichos que parecen dinosaurios, y un aprendiz de Jackie Chan muy bueno en kung fu. Le tenemos que añadir un escenario impactante de modo que la Tierra de Nunca Jamás que es una mezcla entre el mundo de Avatar y el del Mundo perdido de Julio Verne. Y por último el toque de la duración porque todo se ve durante casi dos horas. No resulta extraño que a medio camino algunos niños decidieran estirar un poco las piernas.
En cuanto a las actuaciones me ha gustado especialmente Levi Miller, en niño que interpreta a Peter Pan porque resulta muy creíble al igual que Hugh Jackman (Chappie, X-Men: Días del futuro pasado, Lobezno inmortal). Por contra no me ha gustado Garrett Hedlund porque ha interpretado su papel con un acento que te hace rechinar los dientes – ¿dónde está en malvado capitán Garfio?-, y tampoco me ha convencido Rooney Mara, más que nada porque ella no encaja con el personaje que intrepreta, su rostro es demasiado duro, afilado y severo para ser una hermosa princesa india, aunque sea una princesa guerrera.
Con todo esto no queremos decir que la película sea especialmente mala. No deseamos ser crueles porque al fin y al cabo no deja de ser una aventura entretenida muy buena visualmente pero que carece de sentido si indagamos en la historia que se esconde detrás del origen Peter Pan.
Quizá mejor lección que podamos sacar de todo esto es que hay algunos personajes que no conviene ni actualizar ni indagar en sus orígenes porque su valor reside en el aura de imaginación que les rodea. Peter Pan es seguramente uno de los pocos que permanecen estáticos en el tiempo, no merece la pena ni mirar hacia el futuro -¿recordáis Hook con Robin Williams?- ni hacia el pasado porque él representa ese niño que no quiere crecer, que quiere vivir en un mundo de fantasía hasta el final de los días. Los motivos que se esconden detrás de esta decisión no merecen ser explicados ni siquiera tienen que ser lógicos así que intentar desentrañar los misterios de Pan siempre nos conducirán a un callejón sin salida porque no hay nada misterioso en él, simplemente no quiere ser adulto. Y acaso no este el sueño de muchos.
No tenía buenas sensaciones con esta película y veo que he hecho bien en no ir a verla. Quizás cuando salga en dvd sí le dé una oportunidad, por simple curiosidad.
Besotes!!!