Reseña «El hombre que se esfumó», Maj Sjöwall y Per Wahlöö

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Hace unos días os hablábamos de la serie creada por Maj Sjöwall y Per Wahlöö y ahora es tiempo de comentar qué nos pareció la última novela que hemos leído de ellos, El hombre que se esfumó sin necesidad de hacer referencia a la importancia que estos autores tienen en la concepción del género policial actual.

El hombre que se esfumó es la segunda novela de la serie sobre Martin Beck después de la estupenda Roseanna.En esta ocasión nuestro protagonista y sus compañeros policías deberán investigar la desaparición de un periodista en Budapest, en un momento en donde el Muro de Acero todavía existía.

A diferencia de la primera entrega esta es una novela un poco diferente, no es que se separe mucho de su predecesora pero toma un rumbo un tanto distinto. Primero porque gran parte de la trama trascurre fuera del lugar habitual de trabajo ya que Martin Beck se debe trasladar al extranjero, en concreto a Budapest, para averiguar qué ha pasado con el periodista perdido. Esto nos lleva al segundo punto porque la trama parece centrarse mucho más en él, dejando de lado a sus particulares compañeros que se hacen presenten en la parte final de la novela, cuando nuestro aburrido héroe regresa a su país de origen. Es un cambio interesante que podía interpretarse como un modo de explorar las posiblidades del personaje y de la historia que le rodea, lo que podría permitir a sus autores dilucidar cuál es el mejor modo de continuar con la historia. Ya más allá del motivo que hay detrás de que Maj Sjöwall y Per Wahlöö se arriesgaran a trasladar a Beck a un país extranjero no cabe duda de que en esta novela se pueden encontrar cosas muy positivas.

Uno de los puntos principales son los personajes. Teniendo en cuenta la velocidad a la que trascurre la vida cotidiana, o más en concreto la velocidad  a la que se resuelven los casos de asesinato en una serie de televisión, resulta de lo más desconcertante darte cuenta de que a Martin Beck le da un poco igual investigar o no este caso, es más en muchas ocasiones en vez de indagar entre las viejas calles de Budapest se dedica a hacer turismo. La resolución del caso casi le viene en bandeja, aunque él ya tuviera sus dudas acerca de diversos personajes. Y pese a todo ello, la lasitud con la que Beck lleva el caso no hace menguar la calidad de la trama sino que la engrandece porque hace a nuestro peculiar policía más humano. Sí, aunque parezca increíble los policías a veces hacen el vago y más en tiempos en los que no existía la red de redes que permitía investigar desde un ordenador la vida de los demás, ni se podían conseguir pruebas forenses que indicaran quién es el asesino con una minúscula mancha de sangre. En aquella época las cosas eran distintas. Se podía fumar en los aviones, y podías llegar al aeropuerto cinco minutos antes de que el avión despegara. Muchas veces tenías que acudir a una operadora para llamar a alguien. En los hoteles tenías que dejar tu pasaporte, y el Telón de Acero aún se mantenía fuerte. Creo que es ese modo de vida uno de los puntos fuertes de estas novelas, las hacen más reales y a la vez alejadas de la informatización  excesiva de la trama policial actual. A veces creo que CSI ha hecho mucho daño a este género. En cualquier caso la ambientación es estupenda y por curioso que parezca los autores no realizan ninguna crítica feroz del comunismo de la época, si la hay es tan sutil que puede pasar desapercibida. Se centran más en mostrar el lado oculto de la cotidianidad de la sociedad sueca, que no es tan idílica como parece.

En cuanto a los personajes. muy bien trazados. Martin Beck sigue siendo el mismo, al igual que sus compañeros.Tan solo en sus matrimonio  se aprecia una grieta más. En cualquier caso me hubiera gustado que Beck interactuara más con su brigada, sobre todo porque de ahí salen muchas escenas de humor. Eso sí los interrogatorios, no importan en que país se produzcan, sigue siendo de lo más divertido.

El hombre que se esfumó es una estupenda novela, que podrás disfrutar plenamente si la lees no centrándose tanto en quién mató a quién, sino en cómo se van desarrollando los acontecimientos La resolución del caso es solo un momento final, lo importante es el camino que te lleva hacía ella  Maj Sjöwall y Per Wahlöö, sabían muy bien cómo hacerlo.

Sin duda una novela muy recomendable, y además corta, de apenas doscientas páginas. RBA la ha reeditado hace poco así que es una buena manera de hacerse con ella.

 

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