Las crónicas de Blancanieves: El cazador y la reina del hielo pertenece al género cinematográfico que podríamos llamar fantástico cuento de hadas que tan de moda se puso hace unos años, con Blancanieves. Espejito, espejito (adaptación libre del título, por mi parte) o Maléfica . Son en definitiva películas que parten de un cuento clásico pero que se adaptan a los nuevos tiempos lo que supone eliminar escenas que puedan perturbar a los más pequeños (eso de que las brujas se coman a los niños no se lleva mucho), que puedan herir la sensibilidad de las feministas más radicales (nada de jóvenes princesas descerebradas), o que alteren los ideales de los derechos de igualdad entre los pueblos (o sea aparición de gente de distintos tonos de piel aunque sea totalmente anacrónico con la época o historia pero así la mujer de Will Smith no se sentirá ofendida). Le añadimos a este conjunto un buen toque de humor, escenas de acción y alguna que otra moraleja. Además de grandes escenarios, efectos especiales y un cartel de actores que hacen que el presupuesto de la película alcance cifras astronómicas.
Blancanieves y la leyenda del cazador entraba de lleno en esta descripción. Pues contaba con grandes escenas de acción, una princesa luchadora y unos actores de cierto prestigio, empezando por Chris Hemsworth (Thor, La cabaña del bosque, Los Vengadores, En el corazón del mar), Charlize Theron (Mad Max: Furia en la carretera, Mil maneras de morder el polvo, Prometheus; Astro Boy) y Kristin Stewart (más famosa por su lío amoroso con el director, Rupert Sanders). El resultado final se quedó en una película que si bien contaba con elementos muy interesantes no llegó a explorar todo su contenido de modo que quedó en un «puedo y no quiero» que se deja ver cada cierto tiempo. Esto no impidió que se pensase inmediatamente en una secuela, precuela o cualquier «cuela» que te puedas imaginar con el fin de tirar un poco más del hilo de los beneficios que alcanzó esta película y que se calculan que rondan los casi 400 millones de dólares. Esto nos lleva a Las crónicas de Blancanieves: El cazador y la reina del hielo, que sinceramente cuenta con un título demasiado largo para que guste a los diseñadores de los carteles cinematográficos. El resultado es otra película de «cuento de hadas» perfectamente olvidable pero que vale la pena ir a ver en el cine, si uno quiere pasarlo bien. Sí, puede resultar contradictorio decir que una recomienda una cinta que no pasa de regular pero ahí está el encanto que tiene, nadie cree que esta película valga la pena -los actores principales estaban obligados por contrato a hacerla- y eso se nota en este tono desenfadado que se respira durante el metraje.
Retomando la historia contamos con el Cazador (Chris Hemsworth) que deberá enfrentarse otra vez a la reina Ravenna (Charlize Theron) aunque antes deberá vencer la su hermana, la Reina Freya (Emily Blunt) que domina un reino de hielo y frialdad. Le acompañan en su lucha su desaparecida mujer, Sara, interpretada por Jessica Chastain, y unos cuantos enanos entre los que se incluye Nick Frost.
La historia -no contaremos mucho de ella, con lo anteriormente dicho ya vale- no es gran cosa pero tampoco lo es Willow y es una película maravillosa. Al final todo depende de cómo contar dicha historia y de los elementos que la complementan. Aquí ambos aspectos fallan. La historia está contada sin chispa, es comprensible que en mundo de hielo creado por la reina Freya (a la que solo le falta ponerse a cantar «Let it go») el toque frío sea predominante pero el director ha obviado incluir elementos que den colorido al conjunto, no basta con poner unos cuantos seres del bosque merodeando por ahí, se necesita algo más para dar sentido a la lucha, una auténtica razón que provoque que el Cazador lo vuelta arriesgar todo.
Todo la historia que rodea a dicha reina, el motivo por el que es una mujer fría de corazón se presenta al comienzo de la cinta, pero no se explora más en personaje, que se convierte en una esclavista de niños a los que arranca de sus familias para poder formar un ejército y así ampliar sus dominios. El amor, la ternura, toda muestra de sentimiento está prohibido. Desde aquí se abren muchas puertas a tramas y subtramas pero se eligen el camino más fácil: los héroes contra las brujas malas.
En cuanto a los personajes El Cazador no llega a ser un héroe completo, Hemsworth se pasa la película mostrando una gran sonrisa y ejercitando sus musculado cuerpo, pero poco más. Theron por su parte está en plan loca total, o sea, de bruja malvada pero de buen ver. Blunt está más fría que un templo, con un gesto rígido que no favorece al personaje del todo porque es una mujer muy gestual, que es capaz de decirlo todo con una mirada y enfrentarse a un personaje que le exige ser un cubito de hielo, no va con ella. Y pese a ello es la única del todo el elenco que intenta hacer algo decente, lo que demuestra una vez más lo buena profesional que es. En cualquier caso no dejo de pensar que si quizá si le hubieran dejado profundizar en su papel éste habría ganado muchos puntos. Tampoco le va mucho a Chastain ser una heroína enfundada en pantalones de cuero y luchando tipo Xena la princesa guerra, quien sinceramente ha sido la peor elección de esta película. Es un personaje que no me he creído en ningún momento.
Y nos quedan los enanos que tienen sus propios conflictos con las enanas, lo cual da para ver un enfrentamiento de sexos a «baja altura» (sí, lo sé , un chiste muy malo) y que se introduzca una historia de amor secundaria. En este punto, cada vez que aparecía uno de los enanos, interpretados por dos comediantes británicos de cierto renombre, no podía evitar pensar en los enanos de Terry Pratchett que siempre estaban en problemas a la hora de encontrar novia o novio porque todos, independientemente de su género, son barbudos. Aquí si las enanas hubieran llevado barba, la película habría adquirido un toque de genialidad.
En cualquier caso Las crónicas de Blancanieves: El cazador y la reina del hielo ha logrado entretenerme y divertirme durante un buen rato, quizá porque al igual que todos los actores no me la he tomado en serio en ningún momento y eso me ha permitido olvidar mis expectativas y disfrutar libremente de ella, y eso la hace grande porque de vez en cuando necesitamos películas que parecen malas pero que al final logran algo que muchas grandes superproducciones y comedias no logras: divertirte un rato.