Quien ame las películas de animación sabrá que hay dos mundos, el de las grandes producciones de los poderosos estudios estadounidenses que marcan el camino para el resto de compañías, y la animación japonesa, cuyo máximo representante ha sido los estudios Ghibli, fundado por Isao Takahata y Hayao Miyazaki en 1985. Es precisamente El recuerdo de Marnie (Omoide no Marnie) la última película estrenada por este estudio -que decidió cerrar sus puertas poco después de la jubilación de Miyazaki para desesperación de muchos- una buena muestra de cómo la animación puede ir más allá de grandes batallas o animales simpáticos que tan frecuentemente vemos en la gran pantalla. Y cuando hablo de desesperación lo hago en sentido literal porque por muy buenas que sean las películas marca Disney o Pixar, hay algo que ambas se muestran incapaces de lograr porque siempre han optado por la espectacularidad y no por los sentimientos en su versión más simple. Un buen ejemplo de esta realidad está precisamente en esta película, basada en la novela Cuando Marnie estuvo allí de la escritora británica Joan G. Robinson y escrita para los lectores adolescentes.
El recuerdo de Marnie, dirigida por Hiromasa Yonebayashi, su segundo largometraje tras Arrietty y el mundo de los diminutos, es una historia muy simple, Anna es una niña de unos doce años que no tiene ningún amigo pues se muestra muy siempre muy solitaria. El hecho de ser adoptada y no tener a ningún pariente sanguíneo que se interese por ella, le hace pensar que nunca ha sido querida, aunque su actual madre se preocupa mucho por ella y le muestra verdadero afecto. Pero para Anna esto no es suficiente. Después de un ataque de asma que la obliga a abandonar el colegio unos días, sus padres adoptivos deciden enviarla con unos parientes que viven en el campo, siguiendo los consejos del médico. Anna pronto siente que el lugar puede ser especial para ella, aunque sigue evitando a la gente, hasta que conoce a una misteriosa niña, de más o menos de su edad, que se llama Marnie.
La historia que nos cuenta está llena de misterio. ¿Quién es Marnie? ¿Por qué las distintas épocas históricas se entremezclan? ¿Qué ocurre en esa misteriosa casa? ¿Qué significan los extraños sueños de Anna? Las preguntas a estas respuestas se van sabiendo poco a poco, porque es una historia que se construye lentamente, quizá por eso no es apta para todos los públicos. Los más pequeños o aquellos habituados a un tipo de animación más movida pensarán en ciertos momentos que es aburrida porque se trata de dos niñas que entablan relación, lo que permite que ambas se ayuden mutuamente. Para Anna conocer a Marnie le servirá para abrir su corazón un poco más, no solo con ella sino con el resto de las personas que le rodean, y también le permitirá conocerse a sí misma. Para Marnie, conocer a Anna supondrá tener una amiga en la que confiar en los momentos en los que escapa de sus guardianes, que la tratan con mucha dureza. A parte de eso, y de algún elemento sobrenatural que está muy tenuemente trazado, no ocurre gran cosa, y aquí radica la grandeza de esta película pues huyendo de todo elemento decorativo es capaz de ahondar en los sentimientos más simples. En el dolor de no saberse querido, es no aceptarse a uno mismo, en maltrato que sufres por los que deberían cuidarte, la soledad en sus expresión más dura.
La película fluye desde el principio por un camino sosegado que se ve roto en ciertos momentos por unas emociones que se desbocan aunque lo hacen de un modo de una manera tranquilo dando homogeneidad al conjunto. A pesar de la dureza de la trama, la historia no pierde su carácter esperanzador. Debemos destacar cómo la historia está contada, puede parecer al principio confusa, con recuerdos que se unen con momentos presentes y pasados, pero todo tiene sentido cuando se resuelven todos los misterios que rodean a una de las protagonistas.
Debemos destacar la estupenda banda sonora, que acompaña sabiamente a la trama. En mi caso, el cine daba la oportunidad de verla en japonés con subtítulos, así que la experiencia ha sido doblemente gratificante, porque las voces escogidas en este idioma encajan perfectamente con los personajes.
El recuerdo de Marnie es una película maravillosa que si te descuidas te provocará más de una lágrima. Es apta para todos los públicos aunque seguramente entusiasmará a los que no sólo aman una buena animación sino también una buena historia en la que lo importante no son la cantidad de golpes o efectos especiales usados, sino los sentimientos y las lecciones que nos da la vida. Muy recomendable.