Esta semana ha salido a la luz una pequeña polémica que ha conseguido llegar hasta el Defensor del Pueblo de la comunidad en la que vivo. El problema surge porque unas cuantas madres con niños diabéticos se sienten furiosas porque creen que sus derechos no son respetados ya que no se les permite llevar la merienda al interior del cine. Aseguran que sus hijos por su enfermedad necesitan controlar de un modo más estricto lo que comen y cuándo lo comen. Ellas desean lograr que se les permita llevar la fiambrera con el yogurt, galletas y demás cosas al cine y que los niños merienden allí. Como algunos comentaristas han manifestado en la noticia, el cine no es un lugar público, es un negocio, por lo que el dueño puede establecer las normas de entrada. Si se decide no permitir la entrada de comida del exterior se debería respetar. Entonces por qué se permite la comida que proporciona el cine. Más allá del deseo de aumentar el beneficio económico no es lo mismo limpiar –o barrer- unas cuantas palomitas que intentar quitar el yogurt se le ha caído al niño, o el chocolate, o el bocadillo de anchoas… Seguramente las madres tiene muy buena intención pero el afán de polémica –auspiciado por las redes sociales y las páginas de defiende todo tipo de propuestas- ha hecho que nos olvidemos de que no somos los únicos que tiene derechos. Es cierto que los niños diabéticos tienen derecho a ir al cine pero yo también tengo derecho a sentarme en un lugar que no esté pringoso –ahora que te dan el asiento numerado es difícil cambiar si éste no te gusta-, ni a oír cómo la madre le pide a su hijo que abra la boca para comerse el yogurt. Conozco gente que es diabética y no sufre ningún problema cuando quiere ver una película, y no van con la fiambrera.
No creo que la cuestión sea una confrontación de opiniones, o de derechos o libertades creo que todo se reduce a que nos hemos convertido en seres egoístas centrados en nuestros propios intereses y se los ha olvidado la buena educación. Al igual que en cualquier otro establecimiento en el cine deberían establecerse una serie de reglas de buenas conductas, que podríamos resumir en un decálogo de buen espectador. Aquí van las diez reglas principales.
1. No eres el único que está en el cine así que si gozas del privilegio de una buena estatura –bravo por tus genes- sé consciente de que los que están detrás no tienen que sufrir ver tu cabeza sobresaliendo en la mitad inferior de la pantalla. Procúrate sentarte un poco recostado para no molestar. Un adulto puede ser lo suficiente alto para ver la pantalla completa pero un niño no. Creo que todos hemos tenido el alguna que otra ocasión un problema de este tipo.
2. No eres alto, bien por ti que no necesitar elevador pero eso no significa que te tengas que poner recto como una vela, o que te recuestes hacia delante. No estás en un anfiteatro y la distancia que hay entre las filas de bucatas no es lo suficiente para que puedas hacerlo con libertad. Una de las últimas películas que he ido a ver al cine un chico de la fila inferior –estaba a dos filas- decidió que no le gustaba recostarse así que se pasó la película balanceándose de adelante hacia atrás, mostrando parte de su cabezota en la parte inferior de la pantalla. Puede que parezca superfluo pero molesta y cuánto más intentas ignorarlo más pendiente estás de la cabeza y más te incordia.
3. Seguimos por problemas de altura pero de un modo especial. Cuando vayas al cine por favor sería aconsejable que eligieras un peinado que no diera envidia a Marge Simpson. Sí, el moño cardado que tienes en la parte superior de la cabeza está muy bien elaborado y te hace parecer más alta pero puede que al de atrás no le haga gracia verlo durante dos horas. Y le hará menos gracia cuando si decides no recostarte un poco en la butaca para no estropear tan espectacular peinado. En mi última película, una animada para los más pequeños, dos filas más adelante estaba una mujer con su hija con este tipo de peinado. Por suerte no había ningún niño detrás porque si no hubiera tenido problemas para ver la pantalla. Además de este peinado cuidado si tienes lo que se dice un peinado eléctrico, o sea, un peinado que se dispara en todas direcciones tipo afro años setenta. Si es tu caso recuerda que no eres el único que desea ver la película. Una de las experiencias más desagradables que tuve en una sala de cine tuvo que ver con este problema. La película había comenzado y una señora –por llamarla de alguna manera- llegó estrepitosamente y se sentó al lado de su compañero, lo que me situó detrás de ella. En vez de inclinarse se puso derecha y su cabezota sobresalía mucho. Educadamente le dije que no me dejaba ver la película, y ella groseramente me mando a un lugar innombrable. Solución: moverme de asiento, -algo que no siempre puedes hacer- y desear durante toda la película que Dios le enviara una plaga que la dejara calva.
4. Vete al baño antes de empezar una película, más si decides beberte un refresco aguado de los grandes. Tu cuerpo te lo agradecerá y los espectadores a los que molestas porque te pones de pie y caminas por las filas como si nada te lo agradecerán más. Un amigo del chico del punto dos decidió ir al baño, y en vez de hacerlo suavemente encogiéndose se puso en toda su altura sin problemas. Le costó salir de la fila porque tuvo que molestar al amigo que estaba a su lado. Luego volvió y repitió toda la escena.
5. Los niños. No todos los niños son aptos para ir al cine. Suena un poco brusco pero la edad es importante y el comportamiento de los niños también. Puede que la última película de Disney sea maravillosa pero tu hija de cuatro años puede que no piense lo mismo. Si sabes que no se va a comportar en un lugar cerrado y con las luces apagadas no la lleves al cine, espera a que crezca lo suficiente para que se pueda comportar bien y no molestar a otros espectadores. Viendo la última de Disney la sesión estaba algo abarrotada de niños. Los de los asientos de atrás rondaban los cuatro o cinco años y estaban acompañados por sus madres. En la primera parte de la película ya empezaron los gritos, los lloros y las preguntas en voz alta. La solución de una de las madres fue soltar a su hija y dejar que jugueteara por todo la sala, saltando, gritando y haciendo ruido. No me quedo más remedio que girarme y preguntarle quién era la madre de la hija para que se la llevara, que estaba molestando. Lo hizo sin quejarse, pero sin pedir disculpas.
6. Los niños –y algunos adultos también- tienen otro problema que es su tendencia a golpear el asiento que tienen delante. Así que puede que te encuentres que durante toda la película con golpecitos en tu asiento sin que la madre o el padre o el cuidador del niño haga nada. En otra película de animación el niño de atrás se puso a golpear mi asiento, es muy molesto, así que tuve que llamarle la atención. Otra tendencia es que algunos se ponen de pie y se apoyan en el asiento de delante, sin que les importe que esté ocupado.
7. Más ruido. En este caso vale para los niños y para los adultos. Si no entiendes de qué va la película no preguntes en voz alta qué pasa, y sobre todo no respondas con el mismo tono. Estás en el cine, nadie tiene que saber que eres un poco corto de entendederas. En una ocasión viendo una película de súper héroes uno de los espectadores se puso a preguntar en voz alta a su compañero quién era quién y qué pasaba. Lo creas o no, molesta porque dejas de prestarle completa atención a lo que sucede en la pantalla. Evita los “comentarios del director”
8. Y más ruido. Sabemos que no puedes vivir sin el teléfono móvil pero por favor ponlo en silencio. Más anécdotas. En una ocasión a un espectador le sonó el móvil en medio de la película, fue molesto pero lo peor vino cuando dicho espectador decidió aceptar la llamada y se puso a hablar como si nada. También sería aconsejable que durante la película evitaras encenderlo, y mirar si tienes mensajes. La luz de tu móvil en una sala a oscuras es muy visible. Dos horas sin estar conectado no debería ser un problema.
9. Ahora que las entradas están numeradas procura llegar a tiempo porque no puedes sentarte en cualquier lugar, tienes que buscar tu fila y tu butaca y en la oscuridad a veces es complicado. Más complicado cuando llegar a tus asientos implica que tienes que molestar a los que están tranquilos en tus sitios.
10. Siguiendo con la numeración, no te sientes en donde te dé la gana, tu entrada tiene un número de fila y de asiento. Pídele a la taquillera el asiento que deseas y si éste ya está pedido no te sientes en él como si nada. Los otros respetan tu asiento, así que respeta tú el de ellos. En otra película infantil, una madre con sus hijos se sentó en las bucatas que nos correspondían a mí y a mis acompañantes. No me quedó más remedio que decirle educadamente que estaban en nuestros sitios. Se movieron con bastante reluctancia y sin pedir disculpas.
Estas diez reglas se suponen que son básicas. Como lo es que recojas tu basura, que intentes no hacer mucho ruido al comer, o que te comportes de una manera moderada, o sea, que te rías sin armar mucho barullo o que grites sin que parezca que un asesino en serie te acaba de apuñalar.
En fin, todo se podría resumir en que yo te respecto a ti como espectador y tú haces lo mismo, pero lo que debería ser una convivencia pacífica en una sala de cine a veces no lo es tanto. La única duda que tengo ahora es si es que yo he tenido muy mala suerte –he tenido que llamar la atención en más de una ocasión- o es que vivo en una ciudad donde la gente es muy maleducada y no sabe comportarse en lugares públicos. Prefiero pensar que es lo primero.
En vuestro caso ¿habéis tenido algún problema viendo alguna película? ¿os molesta la actitud de algún espectador? ¿Añadiríais alguna regla más?