La casa de la muerte, Sarah Pinborough.

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Llega el verano así que es hora de leer aquellas novelas que han quedado pendientes desde hace algunos meses. Una de ellas es La casa de la muerte, de  Sarah Pinborough, libro juvenil de ciencia ficción que llega respaldado por algunas muy buenas críticas.

La casa de la muerte, la primera novela de Sarah Pinborough, es una distopía que nos sitúa en un futuro cercano y ambientada en el Reino Unido. La historia tiene como eje central una enfermedad mortal que lleva a que los niños y adolescentes que la portan deban ser apartados de sus padres y aislados en un lejano lugar para que mueran. Para saber quien sufre la enfermedad todos los menores de dieciocho años deben hacerse análisis de sangre de forma periódica. Está tan institucionalizado dicho análisis que es una rutina cotidiana en todos los colegios. Los portadores de la enfermedad, llamados Defectuosos viven en una antigua mansión, al cuidado de enfermeras y profesores, pero con la certeza de que nada de ello importa realmente porque muy pronto empezarán a sufrir extraños síntomas que los conducirán hacia una muerte segura. 

Toby era un chico normal que estaba enamoradísimo de una de sus compañeras de colegio. Había conseguido incluso que ella le invitara a una fiesta. Era el primer paso para acercarse más a su enamorada, y quién sabe, con suerte podría llegar a ser hasta su novia. Pero en unos análisis rutinarios Toby es catalogado como un defectuoso y es arrastrado lejos de sus padres y de todo lo que conoce, hasta una desolada mansión para morir entre completos desconocidos. Allí todo carece de sentido. Las enfermeras no muestran emociones, los profesores se limitan estar presentes y la directora carece de toda empatía o amabilidad. Al igual que los muros que rodean la mansión, todo es áspero y no hay esperanza. Pero cuando llega a la masión otra defectuosa, Clara, todo cambia porque por primera vez Toby, pese a lo poco que le queda de vida, parece que hay tiempo para el amor. Para un primer amor.

La casa de la muerte se podría catalogar como una distopía juvenil de poco más de doscientas páginas que más parece un ejercicio de literatura creativa que una novela seria. Las razones son varias. Quizá la principal es que la historia está contada desde el punto de vista de Toby, que por ser uno de los mayores del dormitorio cuatro, es considerado el jefe. Pero Toby no es un personaje al que se le coja cariño ni pronto ni tarde, porque no hay nada agradable en él. Sinceramente carece de la profundidad necesaria para ser un buen protagonista, además no hay nada que lo diferencie del resto, es decir, todos los defectuosos de la casa, son intercambiables en mayor o menos medida. Lo único que diferencia a Toby del resto, es su edad y que siempre está con un gesto huraño, tipo «no quiero que me molesten». Queda claro que no es el héroe de la historia, ni siquiera al nivel más básico: o sea del dormitorio que comparte con otros niños.

Quizá el gran problema es que la autora no se ha molestado en explicar nada de lo que sucede en este mundo futuro. Puede parecer extraño pero me gusta que la «escenografía» en la que se mueve una historia esté bien hilvanada y aquí no es el caso. Hay demasiadas preguntas. ¿Qué es la enfermedad que tiene los niños? ¿Por qué los infectados tienen que ser separados -o más bien secuestrados- de sus familias? ¿Por qué los arrastran hasta una mansión solitaria y se les deja ahí morir? ¿De verdad se mueren? ¿La enfermedad es contagiosa? ¿Alguien está buscando una cura? Podríamos hacernos muchísimas más preguntas pero no obtendríamos ninguna respuesta porque Sarah Pinborough no da ninguna, se limita a poner los personajes en un árido paisaje y a dejarlos morir sin más. En las pocas ocasiones en las que la trama parece alcanzar un punto de inflexión dentro de la mediocridad arisca de la vida de Toby no es más que una ilusión porque él no se interesa por nada, no tiene intención de averiguar lo que sucede por las noches, o que esconde la directora, o lo que le pasó a la enfermera. Nada le importa, salvo su amor adolescente, que para nuestra desgracia provoca que la novela adquiera un giro empalagoso y por ende que una aparente novela de terror distópico sea un melodrama romántico adolescente. Este amor juvenil fagocita lo poco interesante que tenía la historia.

Y en medio de tanto romance con final trágico -se supone que ambos tiene que morir por su enfermedad- hay cierto toque al El señor de las moscas de William Golding. Aunque hubiera sido mejor si la autora hubiera tomado en consideración también el relato corto de Stephen King  Los chicos del maíz. En cualquier caso la maestría de Golding y la de King en mostrar la alienación de la niñez con un terror que provoca sudores fríos -y que te hace ver a los niños de otra manera, al menos durante un tiempo- no está presente en esta novela. Otra referencia literaria y cinematográfica es la que encontramos en el papel de la directora de la casa, la supervisora, que se parece sospechosamente a la cruel enfermera del Alguien voló sobre el nido del cuco. Pero es solo una referencia porque la supervisora aparece en cotadas ocasiones, como un punto terrorífico que no lleva a ninguna parte.

Sinceramente La casa de la muerte me parece un ejercico literario con demasiadas páginas. Es como si la autora fuera a clase de escritura creativa y el profesor les ordenase escribir una historia que contara con ciertos requisitos: protagonistas juveniles, ciencia ficción, ausencia de ambientación o explicaciones contextuales,  referencias literarias -al menos dos-, personajes arquetípicos, una mascota, dosis elevadas de drama pero vacío de contenido, final trágico. Seguramente el profesor usaría esta tarea para enseñar que es lo que no se debe hacer si se desea ser un verdadero narrador de historias.

¿Recomendaría este libro? sinceramente no, me ha parecido muy vago en contenidos y con personajes completamente vacuos,  aunque mi mayor problema es que la autora no se atreve  a explicar nada, lo que sabías al principio lo sabes al final. Se puede usar el tiempo en leer mejores historias.

LA CASA DE LA MUERTE
Sarah Pinborough
Editorial: Runas
Género: Terror
Páginas: 248
Comprar: Casa del libro

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