En España nos gusta la controversia, sinceramente la discusión debe estar imbuida en nuestros genes como evolución lógica a pasar las tardes charlando con los vecinos o amigos. Seguramente nuestros antepasados mantenían diferentes puntos de vista llevados y los llevarían con mucha pasión – y con alguna que otra pedrada- desde que el primer pensamiento racional se les pasó por la cabeza. Nos gusta opinar, discutir y llevar las cosas hacia los extremos de modo que a veces resultamos hasta un poco descerebrados. Una de las últimas discusiones ha sido la referida al término «fácil», que en el diccionario de la Real Academia de la Lengua puede significar una mujer que se toma muy a la ligera su sexualidad. Poco importa cómo surge la polémica -incluso si hay polémica- o si no es más que otro gancho para ganar adeptos en las redes sociales. Lo que queda claro es que quienes ven la definición de «fácil» como un elemento peyorativo de la mujer y buscan su cambio no entienden en idioma ni las palabras, ni lo que significa un diccionario. Lo que vuelve de demostrar que la educación en este país es mu mala. En fin que Pérez Reverte vuelve a definir con total claridad la estupidez que a veces asola nuestro país.
El caso es que nada más surgir la noticia sobre «fácil» y sus significados no pude más que pensar en una maravillosa serie de animación japonesa, Fune o Amu o The great passage en su titulo inglés. Basada en una obra de Shion Miura está serie emitida en el 2016 y creada por el estudio Zexcs, nos cuenta la historia de un grupo de personas que desean crear un nuevo diccionario. Ellos forman el departamento de diccionarios en una gran editorial pero están relegados al edifico antiguo porque es una rama en la que nadie desea estar. Entre sus miembros está Kohei Araki, el director de departamento que se quiere retirar para poder cuidar de su mujer; Kaoru Sasaki, la secretaria, una mujer mayor de maneras educadas; Masashi Mishioka, editor y relaciones públicas, de buena apariencia mantiene una relación amorosa con Remi Miyoshi, que trabaja en otro departamento de la editorial; cierra el círculo Tomosuke Matsumoto, un profesor enamorado de las palabras que ayuda al departamento. A principio son estos cuatro pero con la salida el director necesitan alguien más, y ese será Mitsuya Majime, un vendedor de la editorial con poca capacidad de ventas que se encuentra con Mishioka de casualidad. Algo que resulta una bendición porque Majime está enamorado de las palabras, de su significado, de su uso… es un apasionado de la letras aunque a la hora de expresar sus sentimientos o emociones se muestra totalmente incapaz de utilizarlas con sabiduría. Su carta de amor resulta refleja muy bien cómo es. Una vez formado el nuevo grupo su labor será crear un nuevo diccionario al que llamarán The Great Passage o «Daitokai».
Hay muchas cosas maravillosas en esta serie. La primera es la propia historia. Para los hablantes de español la creación de un diccionario resulta algo habitual ya que nuestro primer diccionario nació en 1611 de la mano de Sebastián Covarrubias. Además tenemos la Real Academia de la Lengua que vela por nuestro idioma. Pero en japonés todo es distinto. Su grafía es diferente ya que se basas en ideogramas no en letras establecidas de antemano que se juntan según unas reglas. No tiene una Academia como la nuestra , y como bien se dice en la serie el primer diccionario fue una obra de finales del XIX que llegó de la mano de un intelectual que consideró su creación como una obra puramente intelectual de origen privado. Ningún gobierno ha subvencionado nunca la edición de un diccionario en Japón. Así que la creación de nuevo diccionario es todo un logro.
Ha sido sumamente ilustrativo ver la creación de The Great Passage o «Daitokai», porque no es algo sencillo. Hay pasos. Recolectar palabras, ver cuáles usar, cuáles no, significados nuevos, viejos, variantes locales… elegir papel, tamaño, grafía, ilustraciones… Es un trabajo inmenso que la serie refleja con perfección pero sin dramas. Lo más curioso es que a lo largo de los once episodios en ningún momento se juzga a las palabras, no se las valora por su significado, por su corrección, por su belleza… se las valora por el uso que se da de ellas, se la valora como pequeños tesoros que permiten que la gente se comunique entre si y por eso la labor de nuestro protagonista nunca acaba porque la lengua es algo vivo que tienen un discurrir propio. La verdad es que no puedes ver un diccionario de la misma forma después de ver la serie.
En cuanto a la serie en sí, valorada como anime, los primeros episodios son maravillosos, muy bien dibujados, con personajes que parecen reales y adultos en sus formas. No es una serie con personajes adultos que parecen adolescentes, o niños que parecen bebés, gracias a Dios. Por desgracia en los últimos capítulos la calidad baja un poco, con caras que se deforman, un con contornos que apuntalan formas imposibles. Por suerte son problemas menores porque la trama sigue siendo maravillosa. Me ha gustado como están caracterizados los personajes y como se relacionan entre ellos. Y también como evoluciona su vida privada aunque sin introducirse mucho en ella.
En fin, que no puedo más que recomendar esta serie. Si la deseáis ver ahora lo podéis hacer en Amazon Primer sin ningún coste. Yo la he visto este fin de semana y ha sido un placer volver a verla.
Por cierto hay una película con personajes reales sobre esta historia por si os pica la curiosidad.