«Seven blades in black», Sam Sykes. Fantasía de altos vuelos.

Seven blandes in black de Sam Sykes llegó a mis manos gracias a Robin Hobb. No es porque ella me lo haya regalado, aunque tenga la suerte de haberla visto en persona, sino porque ella otorgó a esta novela una puntuación de cinco estrellas. Su crítica despertó mi interés porque no es fácil encontrar libros de fantasía de más de setecientas páginas que despierten mucha admiración.

Seven blades in black es una buena novela pero curiosa en cierto modo porque, seamos sinceros, en la actualidad la fantasía no suele ser muy imaginativa ya que muchos autores siguen patrones de escritura muy semejantes. Mucho más después del éxito rotundo de cierto libro que seguramente no tendrá una tercera entrega en este milenio. No puedo decir que esta novela de Sam Sykes rompa esta tendencia pero tiene algo diferente que la hace muy atractiva: su protagonista, que se enfrenta a la muerte con si de un chiste se tratara.

Todo empieza con Sal The Calcophony, una mujer que recorre las tierras desoladas por el uso de la magia en busca de ciertas amistades. Su búsqueda de venganza le han llevado a que la conozcamos en una celda horas antes de que la ajusticien por sus delitos. Pero antes debe confesar sus delitos a la comandante de la ciudad que busca saber la verdad sobre sus crímenes y sobre lo que ha pasado con uno de sus hombres. Es la propia Sal la que nos cuenta su historia que se ve interrumpida de vez en cuando cuando volvemos al tiempo presente de la trama: Sal cerrada en una celda con una multitud de ciudadanos esperando en la plaza para ver como se cumple su sentencia de muerte.

Pero ¿Quién es Sal? ¿Se necesita una novela de setecientas páginas para contar parte de su historia? Pues sí. En muy pocas ocasiones podemos encontrar una protagonista femenina que tenga el peso de la trama y que la lleve sin ningún problema, y sin asumir o elementos o muy femeninos o muy masculinos. No se puede decir que Sal sea una dama en apuros, porque ella se las trae, pero sus actos, su forma de pensar no es la de un personaje masculino con cuerpo de mujer. Y eso para las lectoras que leemos fantasía se agradece mucho.

Pero no solo Sal es un personaje atractivo también lo es el mundo en el que se mueve. Este mundo está dividido en dos reinos, uno sería el de la magia con personas con poderes, y otro sería el de los simples humanos que creen en la ciencia y en la inteligencia. Magia contra tecnología pero con ciertos matices por ambos lados, porque no es una magia que lo modifique todo, ni es una tecnología que lo controle todo. Sam Sykes no se ha ido a los extremos para expresar la batalla que existe entre ambas forma de vida y eso es interesante porque de ese modo los personajes conviven en una zona gris en la que ven las ventajas y los inconvenientes de ambos mundos.

Puedo decir que me ha gustado el libro bastante. Más de lo esperado. En ocasiones se hacía un poco largo, al fin y al cabo son setecientas páginas, pero los personajes están tan bien retratados que es casi imposible no desear saber más de ellos. Y eso que en ocasiones la actitud de Sal, tan ofuscada en su venganza, la lleva a ser un poco desagradable a la vista de los lectores. Solo cuando comprendes por completo por qué actúa así, entiendes su modo de actuar. Los personajes secundarios también son muy buenos y forman un buen contrapunto con Sal, sobre todo su amiga, con la que tiene una peculiar relación.

Con respecto a la trama, hay un poco de todo, mucha acción, magia, momentos de tecnología – con vehículos muy curiosos-, y todo salpicado con sentido del humor y de drama. Como punto muy positivo, no hay un uso excesivo de violencia, es una violencia que podemos asumir. Sí, hay momentos muy trágico pero Sykes no se recrea en ello creando baños de sangre como algunos escritores fantásticos actuales. Algo que se agradece muchísimo.

Seven blades in black es la primera entrega de la trilogía -parece que serán tres libros- The Grave of Empires, y creo que merece la pena leerlo, porque es una novela de fantasía que tiene algún que elemento diferente, y eso se agradece mucho.