Leer una novela de John Verdon es como entrar en una película mala de policías donde el protagonista siempre es el más listo de todos -y cuando digo todos, son todos porque Gurney como cualidad principal sin duda no es la modestia- mientras trata de resolver un caso muy complicado con gente que se muere en cada esquina, asesinos en serie, y demás problemillas.
El ángel negro es la séptima novela de la serie sobre Dave Gurney, un ex policía de Nueva York que después de cumplir sus años de servicio se retira a una tranquila granja en medio del campo con su mujer. Todo muy tranquilo. Su mujer trabaja en sus cosas y él acude a la academia de policía a enseñar a los cadetes todo lo que será necesario para que puedan ser buenos profesionales. Y él como es un hombre con un gran capacidad para leer la mente humana ya sabe con solo echarte un vistazo si serás un buen policía o si terminarás en las noticias de la CNN por violencia policial. Gurney además de ser un muy buen detective también es un gran profesor. Y esposo. Y conductor. Y cocinero. Y carpintero… Y algunos cientos de cosas más.
Uno de los problemas que más me irrita de algunas serie –o de algunos libros- es la incapacidad de los escritores de no sobrevalorar sus creaciones. Entiendo que un personaje, más si lo has criado durante años, puedas terminar malcriándolo, pero en cierto sentido nunca debe dejar de ser un personaje de ficción enmarcado en una realidad concreta. Y aquí radica el gran problema de este libro.
Como lectura de entretenimiento no está mal pero ahí se queda. Hay personajes de todo tipo, elementos que se entremezclan sin saber muy bien cómo, asesinatos a doquier, amenazas, malos entendidos… en fin, que tienen todo lo que se necesita para ser una lectura que te deja con la mente en blanco. O sea, que no te exige un gran esfuerzo mental para seguir la trama. Y eso está bien, no todo tienen que ser historia enrevesadas.
En problema, al menos para mí son las caracterizaciones. He de confesar que quizá hubiera disfrutado mucho más si Gurney me hubiera caído mejor pero hay en él un grado de soberbia que me irrita, sobre todo cuando se refiere a su antiguo compañero de trabajo. Es curioso pero la primera novela que leí de la serie, No abras los ojos, me gustó bastante. Releyendo mi reseña se nota que me entretuvo y que me mantuvo pegada a sus páginas. En cambio Dejar en paz al diablo, su continuación en cambio no me gustó tanto. Le di un aprobado, siendo lo que le bajó la nota que no me gustó nada. Saltándome los siguientes libros, termino con esta séptima novela, y compruebo que Gurney no ha mejorado nada, que la primera impresión que tuve de él fue un espejismo que duró unas trescientas páginas.
Pero un buen libro no siempre significa que el protagonista te tenga que gustar. Ayuda, es cierto, pero no es una norma universal. Sí lo es que exista algún personaje que te enganche a la trama, que te haga preocuparte por su destino. Pues bien, en esta novela, El ángel negro, no me ha gustado nadie. Madeleine, la mujer de Gurney está obsesionada con las alpacas, y se nota que tiene un cierto aire de clase alta que da urticaria. Luego está el resto del elenco, o sea son los personajes los típicos de este género: desagradables, sacando lo peor de la sociedad estadounidense, excepto claro el protagonista que vive encantado consigo mismo en una preciosa granja con su guapa mujer que además de una gran violista, trabajadora, esposa, amiga, también cuida gallinas, no porque tenga alma de granjera sino porque son más bien como mascotas con plumas. Dudo que ella, tan delicada, les rebane el pescuezo para hacer pollo a la barbacoa un día de verano.
Pero tampoco podemos ser muy exigentes. Este tipo de libros son de consumo rápido. Cuentan con un comienzo muy prometedor con una trama que parece tener un objetivo claro hasta que esta empieza a enredarse en sí mismo y ahí no queda vivo ni en apuntador. Y por eso si tuviera que definir este libro sería: excesivo. Demasiada letra, demasiados personajes malos, demasiados personajes que andan por ahí, demasiadas tramas que aparecen y no se entienden hasta el final…Es como si John Verdon hiciera una sopa de 20 libros con un mísero repollo. Mucha agua pero poca sustancia.
Esta es la última entrega publicada hasta el momento y por ahora mi último intento con este escritor y personaje. Sinceramente hay demasiados libros buenos por ahí para gastar unas cuantas horas leyendo una historia que te deja completamente indiferente o con la sensación de que has perdido el tiempo. En cualquier caso comentar que El ángel negro no es mi tipo de libro pero a otros lectores les ha encantado.

EL ÁNGEL NEGRO ( Dave Gurney, 7)
John Verdon
400 páginas. Publicado noviembre 2020 Roca Editorial