Este año he decidido leer libros que se salgan de mi zona de comodidad lectora en busca de propuestas que alejen un poco de lo que estado leyendo últimamente. No busco libros diferentes con la esperanza de que me gusten, sé que algunas de ellos estarán en la zona de horribles propuestas, pero al menos espero que me sorprendan de alguna manera. Sea en un buen sentido, o en el otro.
La ciudad de la furia del escritor argentino Ernesto Mallo lo ha conseguido así puedo considerar que no ha sido un libro que me haya hecho perder el tiempo. Es una novela con una puntuación muy baja en Goodreads, y después de leerla se entiende el motivo que se esconde detrás de ese número. Publicada por Siruela en enero del año pasado esta novela nos lleva a las calles de Buenos Aires de la mano de un abogado del estado que está encargado de investigar el asesinato del único hijo de un millonario argentino. El joven, que era un activista social, apareció en uno de los barrios más pobres de la ciudad, un lugar que su padre desea para poder desenvolver un proyecto urbanístico para la clase alta bonaerense.
Este libro empieza como una novela policial al uso, pero esa idea solo perdura unos cuantos párrafos porque la crítica social está tan presente en la trama que es imposible deshacerse de ella. Cada párrafo contiene un pensamiento que está cargado con una reflexión cruel de lo que sucede por esos lares. Sinceramente, si valoro como escribe Ernesto Mallo y lo que dice, es un hombre al que invitaría a una conferencia sobre desigualdad social, pero no a una fiesta que me la arruina con su discurso. Y me baso en esta idea porque en muchas novelas que critican a la sociedad y sus desigualdades, con cierta frecuencia hay un atisbo de esperanza o de humor -puedes no ser rico, y vivir con lo que llevas puesto pero no ser un ser miserable- que te hace creer en que un futuro mejor es posible. En La ciudad de la furia no hay nada amable, esperanzador o con cierto sentido de que todo puede mejorar. En términos generales todos los personajes son despreciables. Los policías, los abogados, los ricos, los pobres… no se salva nadie. Bueno, el único que podría ser decente es el que está muerto.
Otro elemento que hace de esta novela una lectura difícil es la manera en la que se intercalan los diálogos. No hay elementos que indiquen que se empieza una conversación como se hace en cualquier novela normal. Los diálogos están escritos como párrafos con letra cursiva. Cuando hablan dos personajes sus frases se escriben juntas. Solo sabes quién dice qué por el contexto. Y aún así a veces hay que retroceder para estar seguro de que ese personaje es el que dice eso y no el otro. Menos mal que el libro se basa mayoritariamente en un discurso entre dos personajes, porque llegan a ser una historia colectiva y el resultado podría ser caótico. Esta forma narrativa no me termina de gustar pero puede que sea porque es demasiado rompedora para mí. Puede que si la viera con frecuencia en otras novelas -y espero sinceramente que no sea así- me adapte a ella, pero, la verdad, es que resulta agotador descifrar quién habla. Para mi este recurso hace que se interrumpa el flujo de la historia, no lo acelera.
Aquí una reflexión. No conozco la realidad argentina en su cotidianidad para valorar si lo que Mallo cuenta es la realidad o es una exageración violenta y corrosiva de lo que sucede en Buenos Aires. Creo que en este sentido no puedo entender completamente los vericuetos y verdades veladas que se esconden en la trama. Supongo que un lector argentino, más conocedor de esta realidad, puede valorar este libro en su plenitud.
¿Lo recomiendo? Mi primer pensamiento es: no. No lo recomiendo porque no es un libro fácil, ni en su lectura ni en su contexto. Además te deja con un mal sabor de boca y con el deseo de no ir nunca de vacaciones a Buenos Aires. Pero como he dicho en mi reflexión inicial, no siempre hay que leer libros que nos agradan, a veces, lecturas que nos descolocan son las que nos hacen reflexionar. Y si bien La ciudad de la furia en su conjunto no me ha gustado, sí me ha hecho pensar en ciertos elementos sociales que resultan incómodos de asumir. Me ha permitido valorar que viva en una comunidad pequeña que cuenta con sus peculiares roces sociales pero que es amable en su conjunto. ¿Eso es suficiente para recomendarlo? Como se dice por mi tierra: puede que sí, puede que no.

LA CIUDAD DE LA FURIA
Novela contemporánea, Narrativa hispanoamericana
Rústica, 252 páginas.
Publicada por Siruela, enero 2021