Thin Air: A ghost Story es un libro que me regalaron hace un par de años, antes de que se dictara la cuarenta que nos mantuvo a todos encerrados durante semanas. Me gustó la portada, el argumento y sobre todo que era un tipo de libro que seguramente no habría elegido para leer porque no entraba de lleno en mi zona de confort literaria.
Mi miro lo que se dice de Michella Paver puedo comprender mejor este libro. Amante de la aventura, ha viajado por diferentes lugares del mundo para poder recrear con detalle la ambientación de sus novelas. Parece que también es una apasionada de la vida salvaje. Estos elementos se aprecian en esta novela en diferentes grados.
La historia arranca en 1935, en las montanas del Himalaya. En esta época existe una rivalidad entre ingleses y alemanes por llegar primero a las cumbres más importantes. La última expedición inglesa a principios del siglo XX, en concreto en 1907, para coronar uno de sus picos acabó creando una leyenda que estaba salpicada por la muerte de algunos de los miembros de la expedición. Los alemanes intentaron su ascenso algunas décadas después terminó en fracaso. Ahora le toca el turno a una expedición inglesa para entrar en la historia del alpinismo y ser los primeros en alcanzar la cima del Kangchenjunga. El grupo de alpinistas está compuesto por cinco hombres, siendo el médico del grupo, Stephen Pearce, que además es el hermano pequeño de uno de los alpinistas, quien cuenta la historia.
Considerando el título ya se puede intuir cómo transcurrirá la historia, pero crear expectativas aquí no es bueno. Primero porque la trama del fantasma tarda mucho en aparecer, porque dicha trama no se sabe si es real o producto de la falta de oxígeno al estar a gran altura. ¿Qué es real y qué no lo es? ¿Se puede fiar uno de los sentidos? La verdad es que estás preguntas se responden casi de manera inmediata así que no hay elementos misteriosos más que una figura que aparece cuando menos te lo esperas. Para completar la trama está todo el misterio de la antigua expedición inglesa, que también se resuelve con cierta prontitud. ¿Entonces qué tenemos si todo si no hay un gran misterio, y si lo hay deja de serlo con rapidez? Pues hay una gran descripción de las montañas del Himalaya, de cómo eran las expediciones para alcanzar las cumbres hace décadas, de la tozudez de ser el primero en algo aunque eso te lleve a la muerte…
En términos generales es una novela bien escrita y tiene una atmósfera de terror que sobrevuela toda la historia, contada en primera persona por el médico. La ambientación es magnífica, y se es capaz de sentir el frío cortante que existe en ese lugar y que va acompañado de fuertes viento, sol quemador y avalanchas. La montaña con su inmensidad adquiere entidad propia. Pero todo esto no quita que en términos generales sea una novela que avanza con lentitud, como la expedición. Hay demasiadas descripciones -magníficas eso sí-, pero poca interacción entre los personajes, quizá porque está contado en primera persona y cada alpinista más o menos va a lo suyo. Así es difícil identificarse con los personajes, y aunque el protagonista se hace querer su dominio absoluto de la historia hace que sea imposible conocer con más detalle a otros alpinistas que darían más entidad a toda la historia. Quizá por eso si fuera quizá más coral, y con esto no digo quitar a Stephen como narrador, puede que se hiciera más dinámica en su desarrollo y en su manera de sostener el elementos del terror que llega de la mano de un posible fantasma.
Lo mejor de todo es que es una novela corta, de unas doscientas veinte páginas. Con algunos capítulos de más puede que se convirtiera en una novela que sería difícil de digerir.