Una de las últimas novelas publicadas de John Scalzi (La vieja guardia, Redshirts, La colonia perdida) en nuestro idioma ha sido La Sociedad por la Preservación de los Kaiju, novedad de marzo del sello editorial Minotauro, especialista en ciencia ficción y fantasía.
Empecemos por el argumento. Jaime Gray es un empleado de una aplicación móvil de comida a domicilio y está más o menos contento con su trabajo. Su jefe es un idiota, pero soportable. Estamos a principios de la pandemia del Covid-19 y llega su momento de la revisión de su trabajo, esperando que sea buena, porque es un buen trabajador, se da cuanta de que lo él creía que sería un avance en su carrera ha terminado en un despido. Ahora tiene que ser un repartidor de la compañía para la que trabajaba porque no hay otros trabajos disponibles. La ciudad está completamente en cuarentena y el único que parece que la van bien las cosas es a su antiguo ex jefe que se ha convertido en billonario con las ideas que Jaime le presentó antes de su despido. Pero en uno de sus repartos se reencuentra con un viejo conocido, Tom, que le ofrece la posibilidad de ser el chico que levanta cosas en su propia compañía, la SPK. Jaime acepta, no le importa levantar cosas y le gustan los animales. Pero los animales que tiene que cuidar no están en esta dimensión y son más grandes que montañas. Nada puede ir mal, ¿verdad?
La Sociedad por la Preservación de los Kaiju es una novela única así que no hay temor de empezar ninguna serie. Bien, por volúmenes únicos. Y tratándose de John Scalzi, ya sabes que la historia no puede ser mala, y que seguramente contará con un gran sentido del humor. Aún no he encontrado ningún libro de este autor que no tenga ese tono humorístico-sardónico-irónico con personajes que se lanzan pullas amistosas constantemente. Este modo de escribir proporciona al lector diversión, pero también puede resultar agotador si no hay nada serio que lo soporte. Y aquí, pese a que la trama es buena -no lo puedo negar- hay demasiados espacios vacíos que se rellenan con los personajes teniendo conversaciones graciosas como si de una comedia televisiva se tratase.
El concepto base de la historia se resume así: los kaiju son seres gigantescos que pertenecen a otro mundo paralelo que a mediados del siglo XX cruzaron a nuestro lado por el debilitamiento de la barrera que separa ambos mundos por culpa de la energía atómica. Y así consiguió Godzilla un viaje de vacaciones a Japón con algunos compañeros. Pasaron los años, y en la actualidad lo que ocurre es que existen, en el otro lado de la barrera, una serie de estaciones científicas que son las encargadas de estudiar estos seres. Y protegerlos. ¿De qué los proteges si pones un pie fuera del complejo y terminas como aperitivo de alguno de los animales que habitan el lugar? Es como si una hormiga descubriera nuestra existencia y decidiera protegernos.
Considerando que los kaiju no pueden cruzar la barrera al menos que exista una explosión nuclear en la Tierra, y que en ella no pueden sobrevivir durante mucho tiempo, el concepto de protección empieza a parecer algo superfluo. Además, hay clara una ausencia de un concepto más elaborado. Yo personalmente no he encontrado una razón suficientemente fuerte que haga razonable que se gasten billones de euros en este mundo. Puede que en nuestro tiempo tenga sentido, por la mera labor científica, pero dudo mucho que en la época en la que se descubrió este mundo -recordar que todo empieza a mitad del siglo pasado con las pruebas nucleares- el factor ecológico y de protección sería la última motivación que las naciones tendrían en mente. No, cuando la guerra fría estaba en su punto álgido.
La clara ausencia de elementos mucho más elaborados da como resultado que la primera mitad del libro sea una descripción de cómo funcionan las cosas en ese mundo y nada más. Luego va pasando el tiempo y entramos en acción en la última parte de la novela. Y todo se resuelve relativamente bien y con rapidez. Y ya está.
No puedo negar que me gustó la novela. Creo que Scalzi ha escrito un libro con una trama de lo más intrigante y que da pie a que se lancen algunas ideas que nos pueden hacer reflexionar. ¿El ser humano tiene derecho a destruir lo que hay a su alrededor en busca de su propio beneficio? ¿Dónde están los límites? Hay un elemento ecológico interesante pero no está desarrollado del todo
Y debo añadir que no ayuda que todo se centre en una única localización y no se permita a los protagonistas interaccionar con otros complejos científicos (con los chinos, japoneses, rusos…) porque lo que se consigue es una historia con la etiqueta «USA salvador del mundo». En algunos libros esta etiqueta le viene bien, pero aquí tengo la sensación de que todo hubiera sido mejor si se hubiera añadido más elementos diversos y no se hubiera centrado casi todo en el humor de oficina.
Creo que al final todo se resume, desde mi punto de vista, en que La Sociedad por la Preservación de los Kaiju es una buena historia, pero muy larga para lo que cuenta, si se hubiera quedado como relato corto sería casi perfecta, pero se ha alargado hasta casi unas trescientas páginas, y el resultado no es que sea malo, pero no es excelente. Tiene más sombras que luces y eso da como resultado una novela con tono lúdico festivo demasiado fuerte.
Como propuesta para leer ciencia ficción en su máximo exponente, no es recomendada. Para leer ciencia ficción mientras se está tumbado en la playa mientras uno se tuesta es perfecto.
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