
De vez en cuando tropiezas con un libro que no entra dentro del género que generalmente lees pero que cuenta con una premisa que te parece atractiva. Al final de la lectura puede que te confirme que dicho género no es de tu gusto o puede que sea una gran sorpresa que te deje con ganas de más. El género de espías no es de mi gusto y pese a que he leído un par de libros -John Le Carré es todo un clásico- nunca han logrado introducirme en ese mundo.
Pero el argumento de Caballos lentos consiguió despertar mi interés pese a mis objeciones sobre el género. Está considerada como una novela de espías porque sus personajes trabajan para el servicio de espionaje británico aunque no son los clásicos espías de manual sino que son una panda de desfavorcidos por los altos mandos del MI5 que incapaces de despedirlos los arroja a un departamento, Casa de la Ciénaga, gobernado por un peculiar jefe, Jackson Lamb. Lo único que tiene en común todos los que trabajan allí es que han comentido un error en el trabajo y que quieren salir de la Ciénaga a toda costa.
Caballos lentos tiene muchas virtudes, una trama que se enreda en si misma sin ser demasiada compleja, un malvado peculiar que cuenta con su propia agenda, y un grupo de espías con mucho que redimir. Entre ellos está River Cartwright, quien en su evaluación para subir en el MI5 terminó destrozando una estación de metro, matando o hiriendo a ciento veinte personas y causando milles de libras en destrozos y pérdidas turísticas. Que todo haya sido un simulacro y que no hubiera ningún daño no le supuso una segunda oportunidad, solo la intervención de su abuelo, un espía de la vieja escuela, consigue que siga dentro del servicio secreto y que no haya sido expulsado. Verse relegado a un departamento en donde recaen todos los perdedores le provoca sensaciones encontradas. Desde que se fue a vivir con los padre de su madre y descubrió que su abuelo era un espía de alto nivel, sabe que su destino es seguir los pasos marcados por el cabeza de familia. Además realmente no quiere hacer otra cosa. Le gusta ser espía, le encanta ser espía aunque se haya perdido el aura de misterio que rodeaba tal profesión durante la guerra fría. Y por eso River termina metiendo sus narices el algo que no le incumbe, lo que hará que todos los miembros dela Casa de la Ciénaga se pongan en marcha, con un estilo muy peculiar.
Caballos lentos es la primera entrega de una serie que gira en torno a Jackson Lamb y a los miembros de la Casa de la Ciénaga. Una de las grandes virtudes de este libro es que además de estar repleto de buenos momentos, con diálgos ágiles y personajes que son mayoritariamente unos perdedores, es que en el fondo el argumento tiene visos de poder ser real. Tal y como están las cosas actualmente nada nos sorprendería.
Pero además están los personajes. Es un poco difícil decir que Jackson Lamb es el protagonista absoluto porque River también tiene su cuota de protagonismo. Más secundarios son el resto del elenco, tanto los que son subordinador de Lamb como los que trabajan en el MI5. ¿Pero quién es realmente Lamb? Pues podríamos decir que tiene el físico de Torrente pero con la mente de James Bond. ¿Por qué? Porque tiene barriga, no anda muy rápido a la hora de seguir ciertas costumbres higiénicas, porque se tira pedos como muestra de confianza puesto que le resutla más fácill que hacer una higa, además como dijo Sherk, mejor fuera que dentro. Su personalidad no es la mejor, parece un vago, maleducado y algún que otro adjetivo más pero a la hora de la verdad, y pese a que no invite a bocadillos, sabe mejor que nadie moverse en el mundo de las intrigas entre espías. No nos podemos quedar con la fachada externa porque es un personaje que guarda muchos secretos, y que al final es más leal de lo que podría parecer. River, por el contrario, es un espía por vocación familiar pero que no ha vivido dicha profesión durante mucho tiempo así que aún no sabe muy bien que a veces las traiciones y el peligro proceden de sus compañeros o jefes y no de un supuesto enemigos. Como personajes resulta muy contario a Lamb, uno parece un viejo espía muy quemado y el otro un joven idealista que cree que puede cambiar el mundo. Rodeándolos un grupo peculiar que han llegado a la Casa de la Ciénaga a veces por un pequeño error, a veces porque no hay nadie que pueda soportar sus presencia.
Y nos queda la trama. Es bastante simple en su conjunto así que nos ahorramos esas tramas que se enredan en si mismas, y que impiden que confiemos en nadie, donde espías juegan dobles o triples paleles, o asesinos despiados están en cada esquina. Aquí la historia gira sobre un grupo terrorista local que parece que ha secuestrado a un joven inglés de origen paquistaní y al que quieren corta la cabeza, del mismo modo que los terrosistas islámicos más radicales hacen con los enemigos de sus creencias. Es una trama bien pensada, con el punto justo de complicación pero con un tono sencillo que ha hace muy realista. Los momentos en los que estamos con los secuestradores y con el pobre secuestrado están muy bien retratados. Me ha gustado especialmente la manera en la que la víctima asume lo que le están pasando porque en ocasiones es difícil decir dónde empieza la realidad y donde terminan sus fantasías. Es casi imposible no sentir pena por su sufrimiento y por su incapacidad para ser gracioso.
Caballos lentos me ha gustado mucho, ha sido una sopresa muy agradable. No sé si se podrá considerar una de las mejores novelas de espías, porque tiene un tono muy policial, aunque puede que esta sea la manera en la que este género se ha reinventado para sobrevivir. En cualquier manera es una novela que atrapa, brillante por la caracterización de los personajes y por la elección del ritmo, que casa muy bien con el tono de humor y crítico que se percibe en todas sus páginas. Te diviertes con ella pero también te permite pensar.
Espero que Salamandra se anime a publicar las siguientes entregas.
CABALLOS LENTOS (Casa de la Ciénaga, 1)
Mick Herron
Editorial: Salamandra Black
Género: Novela negra, Intriga
Páginas: 384
Comprar/más críticas: Goodreads, Casa del libro