Serie de verano: «Castle Rock», una ciudad llena de asesinos.

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Hay buenas razones para ver Castle Rock este verano si no las has visto cuando se estrenó. Quizá la más importante es que lleva la marca de Stephen King, el maestro del terror, si bien no es la adaptación de una de sus obras literarias si está basada en el mundo que él ha creado, más en concreto en la ciudad en la que basa gran parte de su bibliografía, un lugar de Maine que no conviene visitar. Nunca. Otra razón es que detrás está J. J. Abrams, un maestro de la televisión y una de las mentes de Perdidos, lo cual ya nos indica que la serie tendrá calidad y que posiblemente sea excesiva en su desarrollo.

Castle Rock nos cuenta la historia de Henry Deaver (André Holland) un abogado de personas condenadas a cadena perpetua que recibe una misteriosa llamada desde la cárcel de su ciudad natal, Shawshank Prison. Después de la muerte por suicidio del antiguo director de la penitenciaria ha aparecido un joven (Bill Skarsgard, It) encerrado en una jaula. Henry decide por ello visitar a su madre, Ruth Deaver (Sissy Spacek), que ahora vive con su antiguo amor, Alan Pangborn ( Scott Glenn), y ex sheriff de la ciudad. Ahora que el desconocido está libre de su prisión extraños sucesos empiezan a acontecer.

Esta es una serie de terror lento así que hay que ver los diez capítulos para entender por completo lo que ocurre, es más, no es hasta capítulo octavo cuando todo empieza a cobrar cierto sentido, hasta ese momento hay que tener paciencia.  Una de las grandes ventajas es que hay muchas referencias a los libros de King, unas más sutiles que otras. La prisión de Shawshank es donde transcurre Cadena perpetua, Sissy Spaceck fue la «Carrie» original, referencias a El resplandor… Referencias al mundo de King que resultan inquietantes a medida que avanza la serie. Pero Castle Rock sea el centro físico del rey de terror puede llegar a ser una losa muy pesada que puede lastrar la serie de la que se espera grandes cosas.

Castle Rock  es una serie de terror  o misterio con una premisa muy simple, casi demasiado simple pero que no se descubre hasta casi el final de los diez episodios, hasta ese momento la trama va saltando de personaje en personaje, principal o secundario la siempre presenta amenaza de un baño de sangre. La incertidumbre de quién matará, o será asesinado es inquietante porque en ningún momento se juega al despiste, a intentar engañar al espectador o al propio protagonista, Henry, sino que se juega con el desconocimiento de lo que ocurre en la ciudad, con la incapacidad de no ser capaz de parar lo inevitable.

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Hay elementos muy buenos en esta serie, el principal ha sido aportar un aire de tristeza a su conjunto que se alcanza por las personalidades de los personajes – André Holland consigue darle al su personaje un aire melancólico y pesimista propio de un hombre acabado-  y por la propia ciudad fotografiada con tonos fríos y carentes de color. El resultado es una atmósfera un tanto opresiva, como a punto de romperse en cualquier momento. Lo negativo es que como en cualquier otra de Abrams se alarga en exceso el suspense, durante los tres o cuatro primeros episodios hay muy poco misterio, salvo el concepto que el ex alcalde o el ex sacerdote tenían del bosque y del joven encerrado, pero estas ideas pueden ser una simple locura no por que exista algo paranormal. Todo discurre con cierta parsimonia tanto que existe un capítulo que se podría considerar -los dueños de la nueva posada del pueblo-  innecesario, así como el dedicado a la madre de Henry que si bien es uno de los mejores de la serie con una narrativa maravillosa no aporta gran cosa a la trama global. Pero al final esta reflexión depende de qué consideramos intriga paranormal y cuál es el punto en que una serie alcanza un equilibrio en su ritmo narrativo. Lo que queda claro es que en este tipo de series lo normal es que todo se alargue un poco, que se opte por diálogos bien construidos y con caracterizaciones de los personajes más profunda.  El equilibro no es fácil y el punto dependerá al final más del espectador que de la propia serie. Como espectadora me sobraban unos dos capítulos y muchas escenas intermedias, la razón es que si bien me gusta las tramas lentas al comienzo si no empiezan a tener un ritmo más rápido a medida que discurren los capítulos me acabo por aburrir. Con Castle Rock vi los primeros cuatro capítulos de un tirón, los seis restantes me costaron más.

Dado el gran éxito de esta serie habrá una segunda temporada con nuevos personajes y nuevas tramas pero habrá que ver si  los guionistas deciden unir ambas más allá de la ciudad donde trascurre la acción.

Castle Rock la puedes ver en Movistar+.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Décima temporada de»Doctor Who». El reto final: No cambiaré.

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Este sábado se ha emitido en último episodio de la décima temporada del Doctor Who. Este episodio será en final para Peter Capaldi como Doctor en una despedida que es muy agridulce. Dulce porque esta temporada ha sido excelente, de las mejores en los últimos años. Todos los episodios han aportado algo nuevo y fantástico. Han estado cargados de emoción, intriga y han conseguido volver a sacar a la luz la magia que posee esta serie y que había dejado de brillar hace unas temporadas. También demostró que no solo es importante quién interprete el personaje del Doctor Who, sino que resulta crucial dotarlo de compañeros que saquen lo mejor de él. Esta temporada también reafirma mi idea de que Peter Capaldi podría haber llegado a ser considerado por muchos como uno de los mejores doctores – atención a los últimos minutos del episodio- sino no fuera porque en sus primeras temporadas ha estado lastrado por Clara, la herencia cargante del anterior doctor.

El último episodio cierra el ciclo de la temporada que se inició con el Doctor dando clases en la universidad, acompañado de Nardole, un peculiar extraterrestre que actúa como su conciencia. La misión del Doctor es guardar y preservar una enorme caja que a medida que avanza la serie adquiere más y más importancia. Allí conocerá a Bill, una joven que trabaja en la cantina de la universidad pero que desearía estudiar una carrera universitaria. En un acto un tanto extraño, el Doctor se convierte en su profesor particular. Y así comienza la aventura.

El último ha sido increíble, considerando cómo había terminado el anterior. Los robots estaban tomando posesión de la nave. Bill ya no era la misma. Missy estaba luchando contra sus propio pasado. El Doctor y Nardole se encuentran en una situación desesperada. Sabemos que el Doctor lo arreglará todo pero no sabemos cómo lo hará. Sinceramente un capítulo magnífico.

Pero no ha sido el único capítulo destacado de la temporada, todos tienen una gran calidad individual, incluso aquellos que han recurrido a tramas ya vistas, como la que acontece en la casa misteriosa. Pero además hemos presenciado dos tramas principales -la de la invasión a la Tierra y la de los robots- que podían muy bien desarrollarse en una sola temporada dada la importancia de cada uno de ellas.

Ahora no es cuestión de desvelar todo pero para aquellos que sigan la serie sabrán que se acaba una época y empieza otra, más allá de la marcha de Capaldi. Steven Moffat, guionista por siete años, también la deja, lo que abre más dudas sobre el devenir del Doctor Who, pues cambiamos de protagonista, de secundarios y de guionista principal. Es indudable que el espíritu de la serie no variará mucho pero será interesante apreciar los detalles que las nuevas incorporaciones aportan. Y no es un reto fácil, porque los seguidores del Doctor Who somos bastantes críticos con los cambios, tanto grandes como pequeños. La esperanza es que Chris Chibnall –creador y guionistas de Broadchurch- toma las riendas. Y no tendremos que esperar la siguiente temporada para saber, al menos un poco, lo que ocurrirá porque en el especial de Navidad es el encargado del último minuto, mientras que Moffat lo será de todos los minutos anteriores. Una despedida y una bienvenida.

En cualquier caso son preguntas que tendrán que responderse a finales de ese año, en el ya mencionado especial de Navidad rodado en las frías tierras de Gales. Hasta el momento poco se sabe. Incluso el propio Moffat niega saber qué ocurrirá incluso aunque tenga posibilidad de saberlo. Pero como él mismo ha dicho «No lo sé (lo que ocurrirá). Podría saberlo pero no quiero. He descubierto que ya he tenido suficiente guardando secretos. Son muy estresantes».  Supongo que él lo sabe mejor que nadie, pues cada vez que había un cambio de Doctor -posiblemente uno de los secretos mejor guardados de la BBC- la presión para que diera alguna pequeña pista sobre el próximo actor principal era enorme.

Por mi parte con un gran pesar por haber dicho adiós a esta excelente temporada. Capaldi le ha puesto el listón muy, pero muy alto a su sucesor.

Doctor Who. La décima temporada ya está aquí.

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Ya tenemos otra vez una cinta semanal con el Doctor WhoHa sido una espera larga, porque el especial de Navidad no ha sabido a poco. Pero aquí está la décima temporada en la que Peter Calpadi (Maléfica, Guerra Mundial Z) interpretará al famoso doctor sin nombre. Aún no se sabe quién será en sucesor -las apuestas son muchas- pero según Calpadi para el Doctor la siguiente regeneración no será cosa fácil. Pero antes de lanzarnos a comentar el final de la temporada primero tenemos que disfrutar de ella, si es que nos dejan.

En el primer episodio de esta temporada llamado El piloto se han sucedido muchísmas cosas interesantes, la primera es que tenemos una nueva compañera para el Doctor. Se llama Bill Potts (Pearl Mackie) y trabaja en la cantina de la Universidad en la que el Doctor lleva trabajando durante décadas.  Se puede decir que después de los sucesos con Clara ha decidido darse un breve descanso y actuar como profesor universitario. Bill no es una estudiante universitaria pero asiste a las clases del Doctor lo que ocasiona que él se fije en ella -algo que siempre dará más que un problema-, y decida ser su tutor personal.

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