«El procurador», M. W. Craven.

Venganza escondida en un peligroso juego.

El procurador es el tercer libro de la serie sobre policía Washington Poe, escrita por M. W. Craven, un autor inglés y ambientada en el mismo país. Digo esto porque por la primera vez que leí algo sobre esta serie el nombre del protagonista me llevó a pensar que sería un personaje de los Estados Unidos, en concreto, un agente del FBI con problemas de personalidad. Totalmente engañada por el nombre, y sinceramente con razón, ¿Quién en Inglaterra llama Washington a su hijo?

 No he leído los anteriores libros así que no tengo referencias sobre lo que pasó pero no creo que haga falta saber con detalle los sucesos anteriores, por lo que podido comprobar de El procurador cada uno de ellos se puede leer de manera independiente y aunque se hagan referencias a sucesos del pasado son pequeños detalles que añaden más detalles a la historia sin que rompan el hilo argumental principal.

Seguir leyendo ««El procurador», M. W. Craven.»

«Muerte en el Nilo», Agatha Christie. Un asesinato clásico.

Después de unas semanas un tanto caóticas parece que vuelvo a tener un poco de tiempo libre para poder leer todo lo que quiera y volver a contar qué me parecieron dichas lecturas. Entre mis últimas lecturas ha estado una novela de Agatha Christie: Muerte en el Nilo. Más allá de su última adaptación cinematográfica -no he visto la versión de 1978, o ninguna versión televisiva- lo único que tenía claro de este libro era que estaba protagonizada por Hércules Poirot, ese peculiar detective que sabe descubrir la verdad con su gran sagacidad.  

Seguir leyendo ««Muerte en el Nilo», Agatha Christie. Un asesinato clásico.»

« El club del crimen de los jueves», Richards Osman. Un té demasiado amargo.

No es mi tipo de libro, creo que estoy demasiado influenciada por la literatura policial nórdica o la novela negra estadounidense, o la criminal italiana, francesa o japonesa porque no le he encontrado el punto a este libro. Es demasiado inglés, y no sé si eso es una insulto o una alabanza porque la novela ni siquiera vale un minuto del tiempo de mis sobreexplotadas para deliberar sobre dicha idea.

Con todos mis respetos no me gusta el té o las infusiones, al fin y al cabo es agua caliente con hierbitas flotando de dudoso gusto. Hierbitas que serán muy bonitas pero no dejan de ser hierbitas que dejan el agua con un color indefinido de sabor amargo. Por mucho que lo he intentado no me gustan y juro por Dios como Scarlett O´Hara en la colina de la mansión familiar que las he probado, pero no paso del primer sorbo. No. Como dirían los antiguos: agua de lavar calcetines. Pero tengo amigas a las que les encanta -amigos, se les quiere pese a sus dudosos gustos- y los ingleses han hecho un modo de vida con su té. Se lo beben con pastas de mantequilla y se quedan muy gustosos.

Seguir leyendo «« El club del crimen de los jueves», Richards Osman. Un té demasiado amargo.»