Reseña «La voz de los muertos» de Simon Beckett

Simon Beckett no es un autor que se prodiga mucho literariamente hablando, pues a diferencia de otros escritores no publica libros nuevos cada año. Es más su serie sobre David Hunter solo cuenta con cuatro libros, a pesar de que el primero, La química de la muerte, es del 2006. En cualquier caso no podemos lamentamos de que ello, así que mientras esperamos que alguna editorial – además de Círculo de Lectores- se anime a publicar su última novela, publicada en inglés en enero de este año, y que no guarda relación con la serie que le hizo famoso, nos queda leer el último de la serie, La voz de los muertos.

En esta ocasión David Hunter se enfrenta a una investigación que quedó inconclusa hace ocho años, cuando participó en la búsqueda de los cuerpos de dos hermanas asesinadas por un psicópata llamado Monk, que está arrestado pero que se niega a decir dónde las enterró. 

Este es un libro diferente a los anteriores de la serie porque Simon Beckett nos lleva primero a un momento de la vida en la que David Hunter era feliz. Estaba casado con una hermosa mujer, tenía una hija a la que adoraba y su trabajo como asesor de la policía le estaba reportando una celebridad que crecía con cada trabajo. Todo parecía perfecto hasta que es llamado para ayudar a localizar las tumbas de dos hermanas gemelas asesinadas por un hombre llamado Monk, quien se niega a decir dónde las ha enterrado. El resultado de la investigación no es el esperado pero dado que el asesino está en la cárcel todo parece terminar bien, hasta que Monk logra escapar.

El pasado se entrecruza con el presente. El pasado de David Hunter lleno de felicidad contrasta terriblemente con la soledad que sufre en el presente, que viene marcada no sólo por la pérdida de su familia, sino también porque el atentado que casi acaba con su vida.

Ha sido un placer encontrarme de nuevo con el forense especialista en cadáveres  Hunter, pero en esta su última aventura, he encontrado que el personaje no tiene el carisma que se apreciaba en sus anteriores novelas. Aunque el problema puede no ser él, sino la trama en la que se ve envuelto, un poco descentrada en ocasiones, pero cuyo mayor defecto es que tarda mucho en tomar un ritmo adecuado.

La primera parte está bien pensada. David siendo llamado por el inspector Terry, uno de sus conocidos en la policía. La búsqueda de las gemelas. El resultado infructuoso y la tragedia que sacude su vida. Luego pasamos a la actualidad en la que se suceden varias cosas a la vez. No sólo el asesino Monk escapa, sino que una de las personas que ayudó en la investigación, la investigadora del comportamiento Sophie Keller, le llama para pedir ayuda. Y aquí empieza un poco a decaer la historia porque en vez de seguir las andanzas del brutal asesino el autor se centra en Sophie y en los secretos que aparentemente guarda. Intenta por un lado poner un tono romántico y por otro aportar misterio, pero en mi caso ninguno de los aspectos funciona, porque el personaje de Keller no me ha gustado. Hay algo en ella sumamente artificial, que va más allá de ser un personaje demasiado segura de sus opiniones que se irrita cuando le llevan la contraria. Intentar presentarla como alternativa a la soledad de David no es algo que me haya gustado mucho.

Otro aspecto viene de la investigación en el momento actual de los asesinatos de las jóvenes que han tenido lugar hace ocho años. Dado que David está haciendo de niñera de Keller no hay oportunidad para que él se luzca con sus conocimientos forenses. Como consecuencia la trama se ralentiza en la mitad del libro para luego coger un ritmo acelerado en las últimas páginas que conducen a un final, si bien inesperado, muy bien planteado.

Podemos decir que La voz de los muerto tiene un comienzo muy interesante, un intermedio un tanto decepcionante y un final bien pensado. En conjunto es una novela que se lee con agrado pero con la que no te llegas a implicar en ningún sentido, ni siquiera cuando comienza a existir un verdadero peligro para el protagonista. En cualquier caso espero que Simon Beckett se anime a continuar con las aventuras de David Hunter, porque las última escena requiere una explicación más detallada, y si esta viene en una novela en la que el investigador forense brille con luz propia mucho mejor.