El último hombre bueno, A. J. Kazinski

¿Y si el futuro de la humanidad reposara sobre 36 hombres?  Según la leyenda, siempre habrá treinta y seis hombres buenos en la Tierra para protegernos si todo lo demás falla. Sin ellos, la humanidad se extinguiría. De pronto, alguien empieza a asesinar a esos hombres con una rabia casi divina. El detective Niels Bentzon es el agente destinado a evitar la siguiente muerte. Para ello, deberá encontrar y proteger a un hombre bueno en concreto. Pero… ¿qué es un hombre bueno? Por suerte, tras veinte años como policía, Bentzon sabe ver el Mal en cada persona buena con la que se cruza.

El último hombre bueno me llamó la atención por su portada. Un hombre corriendo en medio de una ventisca de nieve con una pistola en la mano. Hay cierta desesperación en el hecho de que vaya descalzo y con solo una camisa blanca que lo proteja del frío. A su alrededor hay una serie de números de color roo que caen desde la parte superior.

Lo primero que hay que comentar es que A. J. Kazinski no es un personaje real sino la unión de dos mentes: Anders Ronnow Klarlund y Jacob Weinreich. Ambos tienen a sus espaldas una larga trayectoria dentro del mundo literario pero El último hombre bueno es su primer trabajo conjunto.  Y supongo que no será el único porque la novela ha gozado de una más que calurosa acogida.

Lo segundo que debemos destacar es que esta historia no la podemos catalogar dentro de la llamada novela policial nórdica. Sí, sus autores son del norte de Europa, en concreto del Dinamarca. Pero no es una novela policial  tradicional porque nuestro asesino está más allá de toda posibilidad de ser capturado. No se puede poner unas esposas a los designios de Dios. Eso es algo que solo puede hacerlo Terry Pratchett

Todo comienza con una muerte extraña en China. Luego nos vamos a la India donde un diplomático italiano se encuentra investigado la extraña marca de un hombre fallecido hace poco por petición de un policía veneciano, Tommaso di Barbara. Nos vamos a Venecia y por último saltamos a Copenhague en un triste martes 15 de diciembre donde encontramos a Niels Bentzon, un policía que trabaja como mediador en caso de secuestro. Es muy bueno en su trabajo porque conoce bien la mente humana pero ha sido relegado a un tercer lugar porque no ha actualizado sus conocimientos. Tiene un terror absoluto a moverse del lugar donde nació, por lo que no puede viajar a realizar cursos sobre los avances en la negociaciones policiales así que se está quedando atrás. Pero lo peor es que su mujer, una afamada arquitecta está en Sudáfrica haciendo un trabajo que le llevará seis meses y la distancia está haciendo mella en su hasta ahora perfecto matrimonio.

Después de salir airoso de su último trabajo se le encarga que averigüe una extraña petición. Un policía italiano asegura que en Copenhague va a morir un hombre bueno en extrañas circunstancias.  Para Niels es un sólo trámite antes de ir al aeropuerto para intentar meterse en un avión- muy drogado eso sí – para ir a visitar a su mujer. Lo que parecía un trabajo simple se complica muchísimo. Pero por suerte se le une Hannah Lund, una astrofísica con problemas psicológicos pero muy inteligente que pone sentido a todas las pistas que van encontrando.

El último hombre bueno es un libro muy interesante. Empieza con muchísima fuerza porque no sabes si hay algún elemento «paranormal» o «divino»  que cause las muertes de los justos o es alguna secta – o un hombre solitario- quien está detrás de todo el lío. Complicado resulta la trama cuando aparece un islamista radical por medio que tiene en mente vengar la muerte de sus dos hermanos.

La trama se desarrolla en dos partes, una es la que corresponde a Tommaso di Barbara, apartado de la policía por culpa del caso de los hombres justos solo le queda esperar a que su madre fallezca. Una anciana que repite en sus últimos momentos una frase muy importante. La otra es la de Niels y es la principal. En ella está toda la acción, toda la tensión que supone intentar parar un asesinato sin saber muy bien quién puede ser la víctima o que aspecto puede tener el asesino. Es una tensión muy bien llevada en todo momento, con el toque justo de angustia ante unos hechos que son imparables.

El libro avanza muy bien, poco a poco las piezas se van uniendo, se resuelven tramas secundarias – caso del sacerdote – mientras que la principal va ganando fuerza. En este momento el libro te atrapa, que mueres por saber qué ocurrirá en las siguientes páginas, cómo va se va a resolver todo. Pero desde que se se descubre quién está detrás de todo – la mano de Dios o la de un asesino – y quiénes son los últimos hombres buenos el trama se desploma y hay un gran bajón de intensidad. Podemos hacer un símil muy gráfico sobre lo que ocurre. La historia es como un globo, al principio no tiene nada de aire pero a mediada que lo vas leyendo se va llenando, cada vez más y más hasta que llega un momento en que dudas si podrá tener más aire, aunque sabes que puedes dar un par de soplidos más. Pero en vez de forzarlo hasta sus límites te echas para atrás y permites que el globo se desinfle casi por completo.  En esta historia ocurre algo similar, llega un momento en que los autores después de toda la emoción anterior deciden dar un respiro tanto a la historia como a los personajes. El problema es que entre una parte y la otra hay cierta descompensación, más si tenemos en cuenta que el bajón está en la parte final del libro. Parte que debería ser la más impresionante.

Comentando algunas cosas de la historia, decir que la novela está bien documentada aunque toma alguna que otra licencia científica para dar sentido a toda la trama.  Me ha gustado especialmente interesante toda la historia de los hombres justos así como las peculiares características del 36. Un número que da mucho juego.

 Con respecto a los personajes están muy bien retratados. Niels es un hombre muy interesante, y un tanto peculiar con su matrimonio perfecto y su terror a viajar, o más bien, su terror a moverse de su lugar de residencia más allá de unos cuantos cientos de kilómetros. Hannah es una mujer superdotada pero atormentada, con un matrimonio roto y un hijo que se suicidó. Es la parte racional de la pareja, tanto que a veces no parece que tenga empatía por nada más que por la ciencia y su dolor. Tommaso es un policía de los de verdad, de los que indagan hasta el último detalles, y además un buen hijo.

Es una novela que está muy bien pero que cuenta con un par de fallos que lastran un poco su nota final. No me ha terminado de convencer las tramas secundarias.  Tenemos la de Abdul Hadi un islamista con un plan de venganza en la cabeza. Al principio es un personaje que piensas que va a dar mucho juego sobre todo teniendo en cuenta que la historia transcurre cuando se está celebrando en Copenhague una conferencia sobre el cambio climático y demás problemas medioambientales a la que asisten presidentes de todo el mundo. Incluido Obama. Pero antes de que te des cuenta ya está entre rejas. Otra trama aún menos necesaria es la de la investigación de Agnes Davidsen sobre lo que hay más allá de la muerte. Sólo aparece en momentos muy puntuales, tan pocos e innecesarios que desde mi punto de vista solo están para hacer el libro más grueso. Si se eliminaran no le pasaría nada a la historia.

De todas maneras creo que lo peor es el final por mucho que Litteratursiden.dk haya dicho que es sorprendente.  ¿De verdad la única salida para salvar al hombre 36 es ésa? Después de estar más de quinientas páginas leyendo una reñida lucha entre el bien y el mal, entre la maldad y la bondad la salvación está en …. Mejor lo averiguan.

 El último hombre bueno es un libro más que sorprendente y que se aleja de la clásicas novelas de policías que buscan atrapar a un asesino. Tiene un ritmo muy bueno aunque se afloje al final. Creo que es una novela que bien merece la pena ser leída porque pese a que le podamos criticar un par de cosas no cabe duda de que está muy bien escrita y la historia engancha desde el principio por lo bien trazado que está su desarrollo. Merece la pena.

Calificación: 7,25/10

 

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