«Dioses, tumbas y sabios», C. W. Ceram. La arqueología como una gran aventura.

dioses, tumbas y sabios

Leyendo  Dioses, tumbas y sabios  de C. W. Ceram es imposible no pensar en Indiana Jones, un joven arqueólogo que se metía en más de un lío por su afán de investigar los antiguos secretos de las civilizaciones perdidas. Este personaje es puramente ficción pero después de leer las aventuras que los primeros arqueólogos sufrieron o disfrutaron la frase «la realidad a veces supera la ficción» adquiere pleno significado.

Un dato importante sobre este libro y que debe ser tenido en cuenta antes lanzarse a comentarlo es que fue escrito en 1943, y que fue posteriormente editado, ampliado y revisado, siendo la última modernización en 1972. Es importante considerar esta cronología porque Ceram hablará de los grandes investigadores que marcaron la arqueología  basándose en las grandes civilizaciones: maya, egipcia, mesopotámica… Deja de lado otros grandes arqueólogos que quizá hubiera sido interesante rescatar -todo el proceso del descubrimiento que rodean el estudio de la evolución humana por ejemplo son dignos de mención- pero que para la época aún eran muy recientes o incluso no se habían producido. También ignora civilizaciones que no entran dentro de la órbita de los descubrimientos realizados por europeos o estadounidenses. Quizá la razón no sea una visión puramente occidental sino que autor desea narrar cómo los primeros arqueólogos indagan en las civilizaciones perdidas, no en aquellas de las que existe constancia -como la que existieron en La India, China, Italia o Grecia- y sobre las que ya  se tiene un amplio conocimiento. En definitiva busca descubrir cómo estos pioneros de las actual arqueología seguirán a veces caminos muy tortuosos para descubrir la verdad. 

Más allá de las limitaciones que puede tener este libro debido a la época en la que fue escrito, o a naturaleza de su espíritu no cabe duda de que su lectura ha sido un gran descubrimiento. Sabemos ahora mucho de la civilización mesopotámica, por ejemplo, en los colegios estudiamos un poco sobre ella, sobre su sociedad, economía, costumbres, leyes, reyes, peleas… sin darnos cuenta de que todo comenzó en un árido desierto  sin nada más que arena y colinas de rocas y un hombre que lo observaba todo sabiendo que ahí había algo. Solo la testarudez de algunos investigadores que observaban con ojo crítico textos antiguos llevó a escarbar y escavar en estos lugares y a sacar a la luz sus restos. Algunos de estos investigadores no llegaron nunca a pisar la tierra de las civilizaciones que tanto les atrajo y se quedaron con la tarea de descifrar lenguas antiguas sin más datos que la intuición y un puñado de suerte. Resulta refrescante conocer que existieron investigadores -todos ellos hombres, ya sabemos cómo eran esos tiempos- que dieron todo por la pasión de conocer los secretos de la antigüedad.

El libro comienza por la historia de cómo se redescubrió Pompeya. Una excavación que ahora daría escalofríos de terror a los arqueólogos pero considerando que estamos a finales del XVIII podemos decir que se hizo lo que se pudo. De  ahí saltamos a los orígenes de la civilización griega, a Egipto, a Mesopotamia, a América Central. A medida que leemos los capítulos vamos conociendo más de estas civilizaciones y del proceso que llevó a su descubrimiento. En el caso de las civilizaciones antiguas, hay mucha aventura, tiros y mucha sagacidad. Y también un afán de recolectar los restos y llevarlos a diversos museos de Europa. Visto desde nuestra perspectiva es un acto un tanto cuestionable -el Museo Británico cuenta con grandes obras de arte mesopotámicas, griegas…- pero que debemos agradecer porque tal como están esas zonas en la actualidad no sabríamos si hubieran durado mucho en pie. Solo hay que ver lo que ha pasado en Palmira. Si damos el salto a Centroamérica, todo cambia un poco y Ceram se centra un poco más en el proceso histórico, explicando brevemente la colonización, los actos de los primeros conquistadores españoles y las causas que llevaron la destrucción de las civilizaciones que ahí aún perduraban. Quizá esa es la parte la más cuestionada por mí, y eso que el autor es  bastante objetivo pero no hay duda de que cierta visión anglosajona -la que nos acusa a los españoles de destruirlo todo- ronda por ahí. Luego da el salto a los arqueólogos que iniciaron los primeros descubrimientos, que se sintieron más atraídos por las riquezas de estas civilizaciones que por el afán de entenderlas. En este apartado hecho de menos todo el proceso de descubrimiento de Machu Picchu o referencias a National Geographic, la revisa que impulsaba ya desde 1888 el conocimiento de nuestro planeta.

Dioses, tumbas y sabios es un buen libro para descubrir cómo la arqueología se convirtió en una ciencia con derecho propio. Fue gracias a grandes hombres -y seguro que a grandes mujeres- que no dudaron en perseguir sus creencias e indagar más allá de lo que se suponía cierto. Hoy gracias a ellos y ellas sabemos más de nuestra historia aunque quizá no hayamos todavía aprendido las lecciones que de ella se derivan. En fin, una más que buena lectura para aquellos que desean conocer un poco más de historia. Muy recomendable.

DIOSES, TUMBAS Y SABIOS
C. W. Ceram
Editorial: Booket
Página: 623
Género: Historia, Divulgación
Más críticas/ compras: Casa del libro

 

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